El año que está por culminar ha sido de enorme complejidad, ni tirios ni troyanos lo dudan. La política venezolana se ha movido sustancialmente durante todo 2016 marcando una tendencia contraria a lo que ha sido nuestra más reciente historia republicana.
La aparición del fenómeno de la “despolarización” en los últimos meses trastocó la base política y social del país generando cambios trascendentales en las perspectivas de opinión de los venezolanos. Según el más reciente estudio de opinión pública nacional de la firma Venebarómetro, el 87,4 por ciento de la población tiene una percepción negativa de la situación en general del país.
Este indicador no ha variado mucho en los últimos meses y se soporta desde una visión independiente de la posición ideológica que se tenga. Es un indicador clave para determinar los niveles de despolarización que estamos viviendo.
Muy probablemente se consolide en 2017. Un elemento esencial que ha apuntalado esta tendencia tiene que ver con la capacidad de compra del venezolano que es evidentemente indistinta a su autodefinición política.
Extraemos del estudio que el 47,1 por ciento de los chavistas compra en alimentos solo el 50 por ciento de lo que compraba antes, con lo cual, su percepción del estado general del país ha cambiado considerablemente en los últimos tiempos.
Un dato adicional que soporta lo que venimos señalando es que sólo el 34,3 por ciento de la población, es decir un poco más de un tercio, dice poder hacer las tres comidas al día, un 45,5 por ciento dice que puede hacer dos comidas al día, vale decir, casi la mitad de la población. Pero el dato más revelador indica que un 19,8 por ciento de la población solo puede hacer una comida al día.
Este porcentaje equivale a unos seis millones de venezolanos. Una cifra espantosa y reveladora de una cruda realidad que se nos vino justo luego de vivir la mayor de las bonanzas petroleras de nuestra historia republicana.
Continúa mostrándonos la última encuesta de Venebarómetro las percepciones ciudadanas en torno al proceso de diálogo llevado a cabo en Venezuela durante el último trimestre de 2016. Cifras por demás sugerentes de la realidad actual. A principios de año un poco más del 72 por ciento de la población estaba de acuerdo con la necesidad de resolver las diferencias políticas a través de mecanismos asociados al diálogo.
Al cierre de este año, las cosas han cambiado. El 49,9 por ciento de la población se siente frustrada con las conversaciones que tuvieron lugar entre los factores del gobierno y la oposición venezolana en estas últimas semanas contra un 20,1 por ciento que mostró su satisfacción. El estudio se adentra en estas percepciones a nivel de bloques situacionales y descubre que en el chavismo, el 73,4 por ciento muestra su satisfacción al respecto, en cambio un 13,3 por ciento se siente frustrado.
Algo lógico pero llamativo en términos estadísticos. En cambio, en la oposición el 69,7 por ciento se siente frustrado y en los neutrales esta cifra alcanza el 57,1 por ciento. Si tomamos en cuenta que la mayoría circunstancial del país estadísticamente hablando, es decir, unos 24 millones de venezolanos están alineados entre la oposición y la neutralidad política, podemos concluir fácilmente que una gran mayoría de ellos concluye con frustración de acuerdo a los datos aportados por el Venebarómetro.
Este balance de frustración en relación a como se están manejando las cosas en el país puede ser un ingrediente extremadamente delicado -especialmente- en el primer trimestre de 2017.
Venezuela vive un fin de ciclo político que está repercutiendo con mucha fuerzaen la economía. Ahora más que nunca es necesaria la articulación del tejido social y político del país de cara a la potenciación de la complejidad que se avizora en 2017.
El balance, de acuerdo a las percepciones ciudadanas que nos refleja este estudio y otros de similares características, es altamente negativo. Hoy en día tenemos a un país incrédulo sobre el futuro inmediato y ello tendrá consecuencias políticas inevitables. Por bloques políticos situacionales hoy el país se agrupa en el 63,4 por ciento favorable a la oposición y un 27,8 por ciento favorable al chavismo.
En ese marco de percepciones ciudadanas, cualquier elección que se haga tendrá impactos distintos a los vistos en épocas de polarización. ¿Podrá cambiar este panorama? Es poco probable si no mejoran las condiciones socioeconómicas de la población.