En el mito griego de Pandora, lo último que queda al fondo del ánfora, una vez salidos todos los males que aquejan al ser humano, queda la esperanza. Hesíodo narra en su Teogonía, que una vez separados los mortales del mundo de los dioses, Prometeo roba el fuego para donárselo a los hombres, lo que les acarreará la ira y castigos de Zeus. A los últimos, les enviará la primera mujer —Pandora— creada en arcilla por Hefesto, con los dones de la belleza, inconstancia y curiosidad,quien se casará con Epimeteo, hermano del ladrón del fuego. El castigo queda en “familia”.
A la luz de la misoginia griega y su coincidencia con la cristiana, es bueno aludir a la relación de semejanza entre mujer y ánfora, tanto en la forma como en el contenido. El regalo de bodas —ánfora que no deberá abrirse jamás— será abierto por Pandora, dando paso a todos los males que los dioses enviaron a los hombres. En el fondo del recipiente, queda el espíritu de Elpis, la esperanza que pareciera ser cualidad esencialmente femenina, que por su misma condición atraviesa la vida de todos.
Sobre este único bien, los proverbios y refraneros populares de todas las lenguas, tienen su expresión. En español, suele decirse que “La esperanza es lo último que se pierde”.Siglos después de creado el mito, diría Cortázar, que “Probablemente de todos nuestros sentimientos, lo único que no es verdaderamente nuestro, es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida. Es la vida defendiéndose.
La vida defendiéndose, no es cualquier cosa. Pienso en ambas perspectivas, la griega y la de Cortázar, quien crearía microrrelatos con una versión de seres —Cronopios, Famas y Esperanzas— para aludir a maneras de ser y comportarse en el mundo, esbozadas pero no definidas, en la cual, las esperanzas serían un intermedio entre Cronopios y Famas —opuestos entre sí— y tendrían en contra, estar en lo que llamaríamos hoy, en “modo espera”.
La literatura sirve siempre para sortear lo que nos angustia y deslizarnos con ella a manera de trineos para sortear aludes y hielos quebradizos. Ejemplo, el bendito tema de los billetes, que durante días asalta todas las formas posibles de comunicación humana, a la manera de un contenido de una caja —no ánfora— de Pandora, abierta desde hace mucho tiempo en Venezuela, de cuyo abismo sin fondo, salen una y otra vez, males como murciélagos que de tanto aletear, nos quitan el sueño.
Otro, es la Incertidumbre. Expresión que alude al grado de desconocimiento acerca de una condición futura, sin posibilidad de tener suficientes elementos para determinar lo previsible, lo que pueda ocurrir. Se aleja la esperanza de que las cosas obedezcan a una lógica que nos permitan prever salidas que conduzcan a un cambio. Los venezolanos no salimos de un asombro tras otro ni de situaciones que de no ser tan trágicas, darían risa, como eso de hacer colas durante horas para lograr sacar un poco de dinero contante y sonante para pagar lo que las tarjetas pagan si el azar lo permite y que una vez en la cartera, dispuestos a pagar el taxi, la empanada, el café, el transporte público, hemos de devolver en otras largas colas para ser cambiados, si tenemos suerte por el doble o triple de billetes de menor valor.
Económicamente hablando, siempre ha sido previsible que el dinero pueda perder valor alguna vez pero no ocurre lo mismo con las palabras. Se supone que su desvalorización lingüística no está prevista y en consecuencia, nadie está preparado para que día a día, su valor semántico desaparezca y hoy tengamos ristras de palabras que como las de los ajos, sean colgadas a la espera de compradores: Salud, amor, paz, alegría, honradez, revolución, patria, militancia, bandera, democracia, honestidad, petróleo, minería arco, concesiones, dinero, justicia, Estado, igualdad, salario, economía, guerra, traición, mafia, bancos, narcos, cuentas, divisas, responsabilidad, gobierno, oposición, chantaje, educación, bondad… Sólo algunas conservan su fuerza como poder, ejército y militar…
“La esperanza le pertenece a la vida. Es la vida defendiéndose”, me parece una buena definición de la esperanza. Habrá que reformular la “espera” contenida en su nombre y defenderla.