Apenas dos meses tenía Yon Goicoechea, su esposa y sus dos hijos en suelo venezolano, cuando el 29 de agosto un grupo comando del Sebin lo interceptó a la salida del Túnel de la Trinidad, lo bajaron de su carro, le pusieron un trapo negro en la cabeza y lo montaron en otro vehículo con rumbo desconocido.
Su esposa señala que se vino a enterar qué había ocurrido con él, quien para los efectos estaba desaparecido, gracias a declaraciones ofrecidas por Diosdado Cabello al día siguiente, cuando acusó al ex dirigente estudiantil de estar implicado en un complot “terrorista” para derrocar a Maduro.
Más de 100 días han pasado y Goicoechea sigue a merced de la policía política. Su detención ha sido calificada como arbitraria por organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional; hace mes y medio un juez decidió que debía estar en libertad pero no lo ha ejecutado, y el próximo viernes los tribunales salen de vacaciones.
Mirando hacia atrás, ninguno de los dos se imaginó que “esta desgracia” pasaría cuando, aún en Estados Unidos, decidieron enrumbar de vuelta hacia la “Patria” tras 4 años de vida en el primer mundo.
¿Cuál es la situación jurídica de Yon Goicoechea en este momento?
El 17 de octubre se venció el lapso de 45 días para que el Ministerio Público rindiera su acto conclusivo, pero los fiscales no presentaron acusación ni nada más. En virtud de la falta de sustento legal, el 20 de octubre el Tribunal 21° de Control de Caracas le otorgó a Yon una medida cautelar de libertad condicional a cambio de dos fiadores.
Estos recaudos, que nos han tomado tiempo porque debíamos llenar una serie de requisitos, nosotros los consignamos el 1° de diciembre, y desde entonces ellos (el Juzgado) debían validar la información en un máximo de 3 días, pero ha habido un retardo procesal. El tribunal no dio despacho la semana pasada ni esta.
¿Bajo qué condiciones de reclusión permanece en El Helicoide?
-Los primeros 10 días lo metieron en una celda de castigo de 1,5×2 metros que llaman “El Tigrito”, donde permaneció sin saber por qué estaba detenido y completamente aislado. Posteriormente lo pasaron a otra “celda” que está ubicada dentro de una oficina donde trabajan 20 funcionarios. Eso lo llaman “sala técnica”, y es una esquina con unas sábanas que lo separan de donde trabajan los funcionarios, donde tiene un closet pequeño y una colchoneta.
¿Ustedes estaban en Venezuela de visita cuando esto pasó, o se habían mudado de vuelta?
-Nosotros nos fuimos de Venezuela en el año 2012, y pasamos cuatro años fuera. Yon hizo un máster en Derecho Energético en la Universidad de Columbia, Estados Unidos; luego en España tenía una consultoría en esa área, y yo trabajaba en un restaurante. Pero ya con dos niños, uno de 7 y otro de 4 años, decidimos regresarnos por extrañar el país, a nuestra familia, a la gente y nuestras cosas. Por eso fue que regresamos.
Con la anormalidad institucional que se vive en el país, ¿él consideró los riesgos de un regreso en esas condiciones, y de unirse a un partido que es un blanco gubernamental.
-El se incorporó a Voluntad Popular poco tiempo después de regresar. La verdad, nosotros conocíamos los riesgos que existían, pero Yon dice que nunca se imaginó que lo podían meter preso a los dos meses de llegar. La gente le decía que era peligroso, pero él quería estar aquí, y cuando llegó estaba muy contento de reencontrarse con su tierra. Justo entonces pasó esta desgracia que separó a nuestra familia de golpe.
¿El tenía la intención de reincorporarse al activismo político nuevamente?
-Sí, por supuesto, sino no se habría inscrito en un partido político. Es una de las cosas que más le gusta hacer a él, una persona que se ha formado para contribuir con su país.
Y ahora con esta experiencia, ¿tienen otra perspectiva o se replantean el escenario de permanecer?
Por supuesto que uno aprende la terrible realidad que padecemos todos los venezolanos. Lo que puedo decir es que si logramos que salga de la cárcel será un logro muy importante. Aquí se corren muchísimos riesgos, y creo que es mejor evaluar lo que vamos a hacer una vez que ya esté en su casa; sin embargo, siempre hay algo por lo cual seguir adelante y luchar.
Lucha diaria
¿Cómo es la situación en el hogar con la ausencia del padre?
Recibo mucha ayuda de mi mamá, mis hermanas y mi suegra, quienes han estado conmigo y cuidan a los niños cuando tengo que estar fuera. Yo he estado acompañando la situación de Yon, y también trabajo, soy contadora, por lo que toca hacer miles de cosas a la vez.
Por otro lado, los niños se han visto afectados con la ausencia. El miércoles pasado, cuando nos dijeron que no había visita luego de esperar tres horas en la puerta, mi hijo mayor me preguntó “Mamá ¿por qué la vida es tan cruel?”.
¿Cómo se encuentra su esposo de ánimo?
Yon tiene que encontrarle el sentido a la vida todos los días y encontrar algo que le dé felicidad; recibe luz solar sólo dos horas a la semana, los martes y los domingos. Por otro lado, después del comienzo de la huelga de hambre en el Sebin, en los últimos diez días he visto a mi esposo una hora. Es una situación psicológica complicada, pero es una lucha diaria.
Finalmente, ¿qué espera usted de esta situación?
Esto que hemos pasado es algo muy difícil. A mí me dicen que libertad condicional no es libertad, pero para mí es un avance importante para nuestra familia, porque solamente el hecho de que el pueda estar con nosotros en la casa, con sus hijos, después de todo lo que hemos vivido, es un gran logro.