Errar es humano, cierto, pero no excusa para persistir en el error. Es acicate para levantarnos y no amilanarnos en lamentos, sino corregir, volver a empezar. Lo han hecho héroes y santos. En cada uno de nosotros debe haber uno u otro, o ambos. Estamos hechos de la misma forma, somos carne y espíritu, cuerpo y alma; difiere, por culpa nuestra, la voluntad. Todos estamos llamados y tenemos los medios, tanto para el heroísmo como para la santidad.
La persistencia en el error es más pecado que éste; su propagación por nuestra lengua una verdadera tragedia. Tener mucho cuidado cuando repetimos noticias apenas sabidas sin averiguar su origen y fondo. Dos veces y en poco tiempo, se han mal interpretado las palabras de Francisco sobre el pecado del aborto. El año pasado, autorizó a un grupo de sacerdotes que fueron por todo el mundo para perdonar éste –así de grave es este pecado que suscita la excomunión para todos los que intervienen en su realización-, lo que sólo estaba reservado a los obispos, hubo un gran escándalo. Por ser el Año de la Misericordia Francisco quiso facilitar la absolución a los arrepentidos de su maligna acción, pero se interpretó erróneamente. Se tomó la noticia mal dada. Hasta una ilustre abogada amiga me llamó para decirme que cómo se iba a hacer en Venezuela donde el aborto está penalizado en la ley si la Iglesia lo eximía de la pena. Tuve que explicarle pacientemente: el Papa no está despenalizando el aborto, es y será siempre un pecado mortal porque es un asesinato de víctimas inocentes e indefensas y por eso acarrea la excomunión.
Volvemos a lo mismo: como una consecuencia del Año de la Misericordia, cerrado el 20 de noviembre, día de la Fiesta de Cristo Rey, Francisco ha querido que la misericordia permanezca y se extienda en el mundo. De ahora en adelante todo sacerdote tendrá el poder de levantar la excomunión a los pecadores arrepentidos. Y otra abogada me salió con esto: el Papa autorizó el aborto. ¡Dios! No es que la gente no sepa leer, simplemente se acogen al título amarillista adoptado por el medio de comunicación para lograr más impacto. A nadie se le ocurre ver la reciente Carta Apostólica sobre el tema y saber realmente lo que dijo el Papa. Basta leer sólo el primer párrafo del punto 12:
En virtud de esta exigencia, para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado del aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario. Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial.
(Misericordia el Misera, Francisco, 20-11-2016)
Todo pecador arrepentido es perdonado, no por la Iglesia, el Sumo Pontífice, el obispo ni el sacerdote, sino por Dios. Éstos sólo tienen la forma externa de hacerlo y el arrepentido tiene así una certificación del perdón dado por la Iglesia. Si no hay arrepentimiento en el alma, con todas las formas de absolución visibles recibidas, no hay perdón. Sólo Dios sabe la verdad, a ella no llega ni el más eximio de los papas.
¿Claro u oscuro? Porque podemos volver a explicar.