El hambre es una necesidad básica de cualquier ser vivo. Desde los más pequeños, como las células procariotas, hasta los más grandes, como los animales mamíferos, experimentan este deseo de ingerir alimentos para poder subsistir.
Cada uno tiene un plan alimenticio ya instintivo y otros logran modificar sus hábitos por razones climáticas, por enseñanza o inducción, por enfermedades o por crisis, valiéndonos del clásico “esto es lo que hay”, que funciona como método de supervivencia, en muchos casos: extremo.
Así como respirar, tener sexo y dormir plácidamente forman parte de nuestros requerimientos básicos de supervivencia según el triángulo de Maslow, también alimentarse encabeza esta jerarquía de necesidades.
Gracias a la ciencia, se han creado muchas reglas para que esas necesidades se sacien de la mejor manera. Existen manuales para respirar bien, instrucciones para ser los mejores en el sexo, algunos científicos invitan a dormir ocho horas diarias y desde pequeños nos enseñan a comer menos golosinas y más frutas. Sin embargo, ¿qué sucedería si viviéramos en una ciudad como Beijing, China, y el smog fuera insoportable para nuestras vías respiratorias?, ¿si una enfermedad o una condición particular nos afectara nuestra vida sexual?, ¿si el insomnio nos convirtiera en enemigos de nuestra almohada? o algo igual de terrible: ¿no podamos adquirir alimentos?
Los niños
Una investigación de la Fundación Bengoa expresa que en el país no se han publicado cifras oficiales desde 2007 en esta materia. “El Programa de Nutrición Comunitaria de la Fundación Bengoa, que monitorea escuelas en Caracas, Maracaibo y Mérida, arrojó un incremento de 9 % de la desnutrición infantil entre 2014 y 2015.
La investigación abarcó una muestra de 1.500 alumnos en edad preescolar y hasta sexto grado de primaria, de escuelas donde se les garantiza el desayuno”, detalló María Victoria Fermín en un reportaje publicado en el diario El Nacional y la plataforma de Bengoa.
En busca de cifras regionales, el Departamento de Medicina Preventiva y Social del Decanato de Ciencias de la Salud de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, a través de la jefa del Departamento de Enfermería, facilitó un estudio realizado por Víctor Figueredo, Giuseppe Albano, Cristóbal Araujo,María Torres, Isabella Vallenilla, Mariela Montilv y Daysi Pérez, quienes investigaron a una población de 200 niños lactantes y pre-escolares del área de influencia del ambulatorio Dr. José María Vargas de Veragacha, durante el 2010, donde “se evidenció una tendencia al aumento porcentual de malnutrición por déficit a medida que el estrato socio económico era más bajo. Otros estudios muestran resultados similares a esta investigación en lactantes y preescolares, en los que se establece una relación entre el estrato socioeconómico y el estado nutricional”.
El diputado ante la Asamblea Nacional por el estado Zulia, William Barrientos, definió el tema de desnutrición infantil en Venezuela como “una crisis humanitaria y asistencial” por su repunte en los últimos años (sobre todo, meses).
El diputado por la Mesa de la Unidad Democrática expresó que este problema lo ha denunciado en diversas oportunidades, e incluso ante el parlamento venezolano, sin embargo, no ha habido un interés por el Gobierno para frenar esta situación.
Entre las acciones que ha realizado Barrientos, mencionó la propuesta de declarar una crisis humanitaria en el país, como parte de sus funciones como vicepresidente del Comité de Salud de la AN, la cual fue aprobada con mayoría simple, no obstante, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia anuló ese intento.
El circuito donde ganó Barrientos, abarca el oeste de Maracaibo, por eso, el diputado ha divulgado algunas cifras de los hospitales que funcionan en esa entidad, entre ellas: Hospital Chiquinquirá, 148 casos de niños con desnutrición; Hospital Universitario, 300; Hospital del Sur, 70. Cabe aclarar, que estos números son aproximados que han podido registrar desde diferentes organizaciones e instituciones dedicadas al tema de la salud en el país.
Según Barrientos, los diputados Víctor Clark, Héctor Rodríguez y Carmen Teresa Meléndez les propusieron a José Manuel Olivares, Miguel Pizarro y a él apoyar tal decreto si quitaban la frase “crisis humanitaria”, sin embargo, “una llamada de Miraflores” frenó ese acuerdo.
El resurgimiento de enfermedades es un tema que asomó el diputado en las declaraciones dadas a EL IMPULSO. Manifestó que Venezuela es un país “somalizado”, donde se empiezan a ver casos que son propios de países con niveles desmedidos de pobreza.
El organismo
La nutricionista Anna Karina Molero señaló que la desnutrición infantil presenta varios elementos: La pérdida de peso, la piel seca, falta de masa muscular, la piel pegada a las costillas y el abdomen hinchado; este último está vinculada al kwashiorko, una enfermedad caracterizada por la falta de proteínas en el cuerpo. Otra patología es el marasmo, que se puede observar por la pérdida de calorías en el cuerpo y resequedad en las mucosas. Uno de los signos que evidencia una desnutrición alarmante es el cambio del color del cabello, que se torna un más claro, esta señal puede estar relacionada con los dos padecimientos mencionadas anteriormente, e incluso con ambas.
Los efectos físicos y cognitivos de la desnutrición en los niños son complejos, estos abarcan desde su crecimiento físico hasta comprometer sus órganos, quienes “trabajan en emergencia” en esas condiciones.
La nutricionista aconseja que debemos incentivar a los niños a escoger sus alimentos desde temprana edad. Las reglas básicas para que un plato cuente con los nutrientes que necesita nuestro cuerpo implica la presencia de carbohidratos, proteínas, grasas (en menor cantidad) y abundantes vegetales y frutas.
También se conoce de la desnutrición por parte de neonatos, pero -en parte- muchos de ellos es a causa de que sus madres no comen lo suficiente y esto incide directamente en el recién nacido, quien tendrá las defensas bajas y su sistema inmunológico no podrá ser un escudo para cualquier enfermedad.
Alternativas nutricionales
La nutricionista y docente Fanny González advierte el riesgo de que los nuevos hábitos del venezolano afecten su salud, pues expresa que nuestro organismo necesita de todos los nutrientes para su correcto funcionamiento.“El hecho de que si solo se consumen carbohidratos, por ejemplo, el organismo se alterará”, explica.
Para González, los buenos hábitos que ayudan a tener una sana alimentación se basa en consumir, de manera moderada, grasas y azúcares, además de combinar los alimentos de forma balanceada. En caso de no conseguir un alimento, recomienda sustituir por otro de igual valor nutricional que aplique correctamente las normas de higiene para manipular los alimentos y evitar enfermedades.
Para un pleno funcionamiento de nuestro cuerpo, el INN y Fanny González recomiendan una alimentación que incluya alimentos de los 5 grupos básicos: cereales, hortalizas, frutas, lácteos y sus derivados, carnes y pescados, grasas y azúcares. Por eso, en caso de que las personas salten una comida, están privando a su organismo de recibir la cantidad de nutrientes que necesitan para estar saludables.
La nutricionista aconseja que, en tiempos de crisis, se debe tratar de manejar la sustitución de los alimentos y crear alternativas de preparaciones sencillas donde se combinen alimentos en pocas cantidades, pero que se aseguren los nutrientes necesarios.
La crisis tiene causas y efectos, pero sus matices son más complejos que este resumido postulado de Newton. Tal vez sí se coincide en que la crisis se mueve y arrastra a personas. Hay que conocer a los afectados. Ser más realistas para dar con soluciones precisas. Alimentarse es un tema serio y hondo.
El trompo de los alimentos
El Instituto Nacional de Nutrición es un organismo creado en 1949 y que vela por la seguridad alimentaria de la población venezolana, a través de la capacitación de personas en temas de alimentación, responsable de los comedores escolares del país, entre otras funciones. El INN creó el trompo de los alimentos, versión nueva de la pirámide de los alimentos, con la idea de ser más cercanos con la población venezolana, según Deidi Brito, ecónoma de este instituto (con sede en el estado Falcón).
En el trompo resumen cómo deben ser las proporciones de los alimentos en la ingesta diaria de las personas. No obstante, Brito asegura que no es tan fácil poder cumplir con la misión que se plantea el instituto en su página web: “Velar por la seguridad alimentaria de la población venezolana, a través de los procesos de investigaciones, formación, producción y comercialización de productos alimentarios que contribuyan a aumentar la calidad de vida, alimentaria y soberana de la población venezolana”, pues los comedores escolares de su municipio no funcionan. Ninguno.
A los niños se les hace control pocas veces, antes se hacía con mayor regularidad cuando funcionaban los comedores y las ecónomas tenían esa función que ahora es de los maestros, salvo solo cuando hacen en octubre un programa llamado Creciendo para la vida, que busca dos mil muestras de niños y advierte que ha visto niños con desnutrición.
Brito lamenta: “¿Cómo se le dice a una madre que le dé a sus hijos comidas completas? La gente del campo la está pasando mal”. Ese es el dilema del INN, quizá solo puede tener cierto alcance, pero la situación ha hecho más difícil poder tomar acciones concretas para erradicar estos problemas en los niños.