Se acerca la fecha del cumpleaños de Jesús. Todos lo sabemos, porque es Navidad. Pero ¿de veras nos damos cuenta de quién es el cumpleañero?
Festeamos, adornamos, nos divertimos, damos y recibimos regalos. Pero todo entre nosotros. ¿Y el cumpleañero? ¿Le damos regalos a El? El podría decirnos que al menos en esta fecha de su cumpleaños nos acordáramos más de El y le diéramos algún regalito. Algo de lo que a El le gusta que le demos, como nuestra fe en El, nuestra obediencia a sus mandatos, nuestro deseo de imitarlo…
Damos fiestas, nos reunimos y ¿lo invitamos a El? A veces aparece otro como invitado de honor: un viejo gordo, vestido de rojo, con barba blanca. ¡Santa! ¡Santa! gritan niños y adultos. Y pareciera que él fuera el cumpleañero. ¿Y lo es?
¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! nos deseamos todos abrazándonos. Y al cumpleañero ¿quién lo toma en cuenta? ¿Es que no nos damos cuenta que es SU fiesta la que estamos celebrando?
¡Qué absurdo sería que el día del cumpleaños de alguno de nosotros, nos felicitáramos y saludáramos todos, pero dejáramos de lado al dueño de la fiesta!
¿Seremos capaces –al menos esta Navidad- de recapacitar sobre Quién es el que cumple años? ¿Podremos recordarque hace más de dos mil años un Niño que es Dios vino al mundo, y vino para salvarnos? Por eso murió en la cruz a los 33 años de edad. Y luego resucitó para rescatarnos a nosotros de la muerte y del pecado. ¿No vale la pena ubicarnos de verdad y recordar todo esto en Navidad?
¿Y no valdrá la pena recordar que ese Niño nacido hace dos mil años prometió que un día volvería a venir para dar su propia fiesta al final de los tiempos? (Is 25, 6-10)
¿Y también recordar que a esa Fiesta Escatológica estamos invitados todos? (Ap 19, 17) Pero que no todos vamos a poder entrar. ¿Por qué? Porque no todos tienen el traje apropiado. El nos invita constantemente, pero la entrada a esa fiesta tiene condiciones (Mt 22, 1-14).
Hay que estar vestidos con trajes de buenas obras, con trajes purificados de nuestros pecados, lo más parecidos a la vestidura blanca que nos pusieron en nuestro Bautismo, cuando se nos dijo: “Esta vestidura blanca sea signo de tu dignidad de cristiano …consérvala sin mancha hasta la vida eterna”. (Rito del Sacramento del Bautismo)
Y ¿no valdrá la pena prepararnos para esa Fiesta final que va a dar el cumpleañero de la Navidad? ¿Y prepararnos ya, porque esa Fiesta puede ser en cualquier momento? (Mc 13, 33). En el día menos pensado llega el Cumpleañero a dar su Fiesta Final. (Mt 24, 42). ¿Aceptamos la invitación? ¿Estamos bien vestidos para poder entrar?
Navidad ¿Cumpleaños de Jesús?
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