El reencuentro

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Compartiendo, intercambiando afectos y emociones se disfruta la parte fundamental que se apoya en nuestros amigos. Delatamos cuáles son sus cualidades y no es posible disfrutar plenamente sin dar con sentimiento, pues su valor dignifica y alegra nuestra existencia.

Grato el reencuentro días pasados entre cuatro hermanos en Dios: Isaac del Moral, múltiple ciudadano, educador, locutor, periodista y compositor; Jesús Armando Villalón, el pintor de las brumas; la conocida penalista larense Milagros Orellana, y Gaudy Páez, ex diputado y reconocido ex empresario, en cuya morada sembrada en el núcleo de la naturaleza de El Manzano expresamos la reciprocidad en el trato cariñoso y afable de eterna confianza.
La amistad, que es el más noble y humilde de los sentimientos nos engrandece.

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Ellos reúnen las cualidades básicas del mutuo aprecio, te aceptan como eres y están
junto a ti cuando los necesitas; respetan la forma de pensar y nos valoran siempre; son nuestros compañeros aunque muchos nos abandonen; nunca descalifican; son comprensivos, fieles, y jamás interponen el interés; saben perdonar y pedir perdón; no son envidiosos de los éxitos ajenos y se alegran como si fueran propios, más interesados en dar que recibir.

Nos motiva la nostalgia y el recuerdo es siempre un espacio para compartir gratamente, sobre todo en esta ciudad donde la historia marginal es una crónica compartida en la tertulia familiar, a veces sólo en la intimidad del encuentro ocasional como el que les anoto.

Isaac del Moral y su Barquisimeto de ayer, temporalmente fuera del aire en las emisoras locales, con un poema permanente en su corazón, expresado en un sin número de composiciones, como “me estoy acostumbrando a ti”, que trastornan conductas convertidas en poesía, en referencias hermosas de una época que no termina de despedirse de la memoria colectiva.

El diálogo se ajustó a un Barquisimeto que reposa en la memoria, en las vivencias, en el recuerdo de quienes compartieron estos espacios de encuentros, de candor, de apego a lo poblano que hoy nos negamos a olvidar.
Admiramos a los amigos como estos que luchan y abogan por un ideal claro y transparente, que nos hacen pensar, razonar y deliberar a profundidad antes de aceptar o rechazar un mensaje. Nos inspiran confianza cuando permiten que conozcamos cómo es el ser humano, qué hay detrás de sus palabras, cómo piensan y qué sienten. Lo importante es la tolerancia, la humildad y la libertad sin fanatismo e intransigencia.

Me ha deparado la Providencia el justificado orgullo de acercarme nuevamente a ellos, viniendo la evocación de aquellos tiempos que no se repiten en la corriente del río de la existencia humana, y que al convocarlos como acontece con su gentil amistad, producen un elogio entre lo que fue y la vigencia del presente.

Tal como lo escribió el poeta mexicano Ramón López Velarde, en esta vida angustiosa y mezquina que nos maltrata, nada podrá haber entre nosotros más que la comunión directa de corazón a corazón.

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