“Escojo a mis amigos por su buena apariencia, …a mis conocidos por su carácter y a mis enemigos por su razón”
Oscar Wilde
“El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas
…y el asesinato respetable y para dar una apariencia de consistencia al puro viento”
George Orwell
Desde un radio…
A pesar del jubileo del año de la misericordia, la capital puntea regada de indecisión y sangre, y un régimen arbitrario que nos censa desnutridos. Durante semanas ha reinado este clima de solo apariencia. La negociación no es negocio, se señala en atención. El escaso viento que resultó, ya se llevó la palabra dada, y el diálogo es un estibador de tiempo para dilatar el pasaje a la sensatez civil, que todavía se transcribe en no menos de sálvese quien pueda. Con las mesas dispuestas para un diálogo inconveniente, y muy pocas puestas para nutrirse decentemente, hoy los residentes somos agregados a la casta de transeúntes e ignoramos si tenemos revocatorio, si se convoca las elecciones de gobernadores y alcaldes, si liberan o no a los del 11A y a los presos políticos, si hay o no hay juicio contra un presidente que a lo mejor no es de estos domicilios, si nos calamos los rodeos del TSJ, si la inflación nos desinflará con dólar today a tres mil… si la AN, AN-da, si seguirán las colas, la carestía y la inseguridad y para uno, vivo de vaina, el absurdo no tiene nada de aparente.
Desde la calle…
Horas en diligencias y hacer lo que puedes que es lo que nadie quiso. Caes despacio en un mar de cifras que no dan para cómo; ser uno más y pretender que no. Prendes el vigía para ir conteste del abusivo o el caco, el maldiciente, el descortés y el desmedido. Sales con el celular en un bolso secreto. A toque de vibre, recuerdas el próximo mercado, el eventual mes del plantel, el recibo vencido del condominio. Cambia de luz verde a rojo rojito…
Se pasea algo por la cabeza y no descubres qué; recuerdas que en la calle más vale no especular. Cualquiera te saca la china sin que haya sido su intención. Atiendes a lo lejos quejidos que no sabes si son fieras, o mordidos de tímpano. El calor maniático de verano en diciembre desgasta la piel… Actúas como si confías que con Pacheco de Galipán, apagas el fogón real que sabes se viene desde algún afuera pero que termina muy adentro de cada uno.
Desde la casa…
Los días se comen el humor y el cuerpo que no se ajusta. Sobre la poltrona el sueño desaparece lentamente. La flama en la chimenea ondea como cascabel y hechiza el peso de mi apariencia. Fueron los periódicos bajo mi brazo las cenizas que ahora arden en el fogón.
Aun no despierto del todo. El asombro no me abandona, reclama. No me opongo a la indulgencia papal. El purpurado no es rojo rojito pero tampoco mud-o mud-ito. El Papa cubre la primera con báculo zurdo y el arzobispo oferta su pompa diestra desde el estrado y sigue de teatro. Todo desde la TV se ve pavoroso, remolón, como si no estuviera pasando. Pero lo grave es que estamos en esto. Al país aparente parece que casi nada le presta, nada le sienta, derrochó pólvora en zamuro… todo lo que una vez fue, aparenta nunca más volver. Acaso podemos concluir que gracias a las apariencias, lo peor es lo que siempre nos pasa.
Marcantonio Faillace Carreño