“Venezuela es hoy en día un país sitiado: por la violencia, por la agresión oficial a todo lo que signifique disidencia, por el control de los medios de comunicación, por la destrucción institucional, por la presencia infame de extranjeros en las instancias decisorias, por el descredito sembrado en la concepción de nuestra historia. Preso de una crisis económica que parece irreversible y enrumbada hacía el azar de políticas públicas que cambian de ejecutorias cada seis meses, la represión es hoy la expresión del avance de un proyecto que no admite el mundo sino de manera bipolar: enemigos o amigos. Así visto el mundo, sin interlocutores, sin real política resulta muy fácil implantarse y perpetuarse conteniendo, reprimiendo y pulverizando todo intento democrático de respuesta o de diálogo (…)”
Dr. Jorge L. Rosell Senhenn.
Acto de Instalación de las XXXIX Jornadas J. M. Domínguez Escobar.
Presumo que armas y fuerza bruta han podido más que el talento probo y el intelecto demostrado por personas de reconocida trayectoria que más allá de preocuparse por la situación de creciente gravedad que afecta al país, se han ocupado por aportar soluciones que, de haber sido oídas, hubiesen parado la crisis que destruye a la nación refugio de ciudadanos que huían de holocaustos y buscaban un paraíso que creyeron encontrar en esta, la denominada Tierra de Gracia.
Quienes aceptaron dirigir el destino del país, desde hace 18 años, deberían sincerarse con ellos mismos y rectificar las acciones que han destruido la economía ocasionando, a la población, los daños más severos conocidos o registrados desde la fundación misma de la república que ha soportado guerras fratricidas, dictaduras, montoneras incendiarias de caseríos, pueblos y sabanas, entre otros males, pero que, jamás, había enfrentado el desabastecimiento sostenido, y creciente, de alimentos y medicinas; el caos en servicios como agua potable, electricidad y hasta internet; consecuencia directa de una guerra, no convencional, decretada contra el sector productivo, desde que se aprobó la Ley de Tierras que institucionalizó al grito: ¡Exprópiese!
Presuntamente, así se legalizó la confiscación, la expoliación y la conculcación violatoria al derecho de propiedad, lo que constituye una transgresión flagrante a los Derechos Humanos: que comenzó con el sector primario de la producción, o sea, el sector agroalimentario, para después arremeter contra todo lo que significa éxito económico. Las consecuencias son altamente conocidas. Como ejemplo podríamos recordar que entre las primeras expropiaciones efectuadas están las plantaciones forestales destinadas a la producción de papel; la primera industria expropiada fue Venepal y… lo primero que faltó fue: Papel higiénico.
La otra guerra que enfrentamos, es lo que denomino, no Guerra Civil sino Guerra Hamponil; que nos hizo perder las horas de seguridad ampliando un vil toque de queda impuesto por la delincuencia, poseedora de armas de última generación, a indefensos ciudadanos desarmados; lo que hace que se busque refugio en los hogares no pasadas las 4 de la tarde y, que comienza sus nefastos ataques a tempranas horas de la mañana.
Los integrantes de la Red hemos trabajado en los planes y proyectos necesarios para la resurrección del país; priorizando las necesidades de los estratos más desposeídos. De ser ejecutados, comenzaría la recuperación de la calidad de vida de los venezolanos.
