La presencia de la Compañía de Jesús en Venezuela, en su segunda etapa, está cumpliendo una centuria. Aniversario que no podía pasar inadvertido porque los jesuitas han dejado una profunda huella en la Historia de Venezuela.
Llegaron por primera vez en el año de 1628 con la intención de fundar varios colegios en Caracas, Trujillo, Maracaibo y Mérida. En Mérida tuvieron sus primeros quince alumnos. Lamentablemente la orden fue expulsada del país en 1767, como en toda la América, por orden del Rey Carlos III.
Regresaron al país en 1916 para hacerse cargo de la formación de los sacerdotes en el Seminario Santa Rosa de Lima de Caracas. Vinieron, así mismo, a fundar extraordinarios colegios en Caracas, Maracaibo, Mérida, Barquisimeto, Ciudad Guayana y la Escuela Apostólica de San Cristóbal. En 1953 abrieron la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas que más tarde se extendió a San Cristóbal. Acción Pastoral en parroquias han realizado en el Alto Apure, Caracas, Maturín, Barquisimeto, Mérida, Coro, Paraguaná, Cumaná y Maracaibo.
Desde las Casas de Ejercicios Espirituales de San Javier del Valle en Mérida, Maracaibo y Los Teques, en los Templos de San Francisco en Caracas y San Felipe Neri en Maracaibo, han ayudado a la formación espiritual de muchos venezolanos. En tanto que con la Revista Sic desde el Centro Gumilla, los Círculos Obreros, Cursillos de formación social y el Movimiento Juvenil Cristiano Huellas han impulsado el liderazgo político del país.
Particular acción han realizado con las Escuelas de Fé y Alegría esparcidas por toda la geografía nacional, donde miles de venezolanos han recibido educación primaria y secundaria en forma gratuita, contribución invalorable a la educación en Venezuela. Incursionaron históricamente directa e indirectamente en otros géneros que van desde el cultivo del café, hasta cooperativas de ahorro y crédito, en la formación del Partido Social Cristiano Copei, en la AVEC que agrupaba a la educación católica, FAPREC que reunía a los padres y representantes de los colegios católicos y en la CEFEL que estimulaba el liderazgo nacional de los estudiantes de secundarias de los colegios privados, en la dotación de hogares a niños y jóvenes sin hogar, en el ramo editorial, en centros de cuidado para niños sordomudos, en parroquias universitarias.
Extenso sería para esta obligada referencia como ex alumno jesuita, registrar con nombres y apellidos a ese “ejercito” de padres y hermanos que dejando todo sobre todo en España vinieron a Venezuela a la que adoptaron como patria. Pero es obligado dejar constancia que los datos aportados me han sido proporcionados gracias a las obras de la Historia d la Compañía de Jesús en Venezuela del Padre José Del Rey y Sembrando Esperanza: cien años delos jesuitas en Venezuela del Padre Joseba Lazcano. Y recordando a San Ignacio, el Fundador de los Jesuitas, todo lo hacemos “a mayor gloria de Dios”.