En esta oportunidad vamos a referirnos a un tema un tanto trivial, pero no por ello menos importante, y es lo que tiene que ver con la presencia de los llamados “grafiteros” y todo el daño ambiental que ocasionan.
Desde hace cierto tiempo, las ciudades del país han sido convertidas en blanco de las desaforadas intenciones de una serie de desadaptados, los cuales se escudan en unas supuestas actividades artísticas, para ensuciar cualquier sitio público.
Es así como estos “grafiteros” se han dedicado a alterar el estado original de edificios públicos, casas de familia, empresas, iglesias, plazas públicas, estatuas, reliquias, vallas publicitarias, ambulancias, ensuciando incluso, los inmuebles que conforman el casco histórico de las distintas ciudades.
Sin embargo, toda esta barbarie ocurre ante la mirada indiferente de las autoridades del país, y no logramos entender el porqué de esta conducta cómplice, que lo único que ha logrado, es convertir a las ciudades en una “ranchería” colectiva.
Por otra parte, no se deben confundir estas actividades con el calificativo de “artísticas”, cuando la realidad es, que las mismas rayan con prácticas vandálicas, dado que se violenta constantemente a la propiedad privada, al igual que se irrespeta y vulnera, el resguardo a los sitios de dominio público.
No obstante, es necesario mancomunar esfuerzos, tanto los organismos de seguridad como la sociedad civil, a fin de concienciar a la población, en el sentido de rechazar esta actividad dañina y perversa, que ha convertido en inmundo y sucio, a los tantos espacios libres existentes.
Debemos seguir insistiendo, en que estas actividades le restan encanto y atractivo turísticos a nuestras tradiciones culturales, así como también, pérdidas económicas al incrementarse el costo de mantenimiento de las diferentes edificaciones.
Otra circunstancia que comienza a hacerse presente, de manera exagerada tiene que ver, con la aparición de “grafiteros” evangelizadores, los cuales descargan sus creencias religiosas en las paredes y sitios públicos creyendo quizás, que por el contenido de los mensajes allí vertidos, puedan ser eximidos de alguna responsabilidad terrenal.
Finalmente, si estas personas sienten en su fuero interno alguna inquietud “artística”, les pedimos sean lo suficientemente maduras para encauzar la misma, a través de las instituciones que manejan esta actividades, y no continúen ensuciando nuestras encantadoras ciudades al igual que ocurre en las campañas electorales de los políticos. Valor y Pa’lante.