El pasado jueves 1° de diciembre -y como todos los años desde 1988- se celebró el Día internacional de la lucha contra el virus de la inmunodeficiencia humana y síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH/Sida); una de las conmemoraciones de la salud más reconocidas a nivel mundial, y momento oportuno para promover la sensibilización en el tema, recordar a los que han fallecido y celebrar victorias como el acceso a los servicios de prevención y tratamiento que se han alcanzado a nivel mundial.
No obstante, en el caso venezolano -donde la salud (derecho universal de los seres humanos) se ha visto quebrantada por la falta de medicamentos, carencia de equipos médicos, deterioro de los centros asistenciales, falta de presupuesto, entre otros- la festividad, contrario a su ideal primigenio, se convirtió en un momento oportuno para llamar a la reflexión, alertar a las autoridades y denunciar presuntas querellas por falta de atención médica, humanitaria y de calidad en los principales centros sanitarios que hacen vida en el estado Lara.
Así lo dio a conocer Edgar Arias, presidente de la Fundación Red Venezolana de Hombres Positivos en el estado, y vicepresidente de la Fundación Conciencia por la Vida, al indicar que “los pacientes cero positivo que acuden a la sala de emergencias del Hospital Antonio María Pineda, son discriminados frecuentemente por los trabajadores de la salud (…) los cuales se niegan a atenderlos o a brindarle los debidos tratamientos”.
Una realidad que llama sorprendentemente la atención pues trasgrede los cánones establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), en la Ley del Ejercicio de la Medicina, la Ley del Ejercicio de la Enfermería y, por supuesto, en la Ley para la Protección de Personas con VIH o Sida y sus familiares que fue promulgada el pasado 30 de diciembre de 2014.
Gestantes en peligro
Ahora bien -según Arias- uno de los sectores más afectados con estos indicios de discriminación, estigma y negligencia son las mujeres embarazadas. “Las cuales -espetó- al cumplirse las 40 semanas de su gestación se dirigen al principal centro hospitalario y les niegan la atención, les postergan el proceso de parto e, incluso, las esterilizan sin consentimiento de las partes para evitar el nacimiento de ‘niños sidosos’, tal como se pudo evidenciar en una oportunidad”.
Es por ello que en entrevista con el director de Pronasida (Programa Nacional de Control de SIDA- ITS) en el estado Lara -doctor Carlos Casanova- se le cuestionó al respecto y se pudo constatar que a sus oficinas, efectivamente, han llegado pacientes que solicitan la intercesión del equipo para ser atendidos oportunamente por el personal médico y asistencial del hospital, sobre todo mujeres a las que le postergan la atención, les piden exceso de insumos y solo, cuando se les ejerce presión desde las máximas instancias, los médicos de guardia terminan atendiendo las necesidades de las mismas.
Por esta razón, Casanova -que también recalcó la falta de insumos que impera en el hospital y debilita los protocolos de seguridad que se deben desarrollar al momento de atender a los pacientes con VIH/Sida- instó al personal de la salud a ser más solidarios y cónsonos con los principios de la profesión, a desarrollar medidas universales de seguridad, y a hacer las veces de ‘sacerdotes de la medicina’ para no incrementar la problemática que vive este sector de la sociedad.
Lo mismo que rescató Arias al tiempo que invitó a todas las personas con VIH positivo, a los que hayan sido víctimas de discriminación y a sus familiares, a romper las barreras del miedo, del tabú y del estigma, y a denunciar cualquier violación de derechos humanos, negligencia médica o falta de atención por parte del equipo de la salud pues, así, de esta manera, la realidad será cada vez más visibilizada y los entes competentes tendrán la obligación, casi irrenunciable, de atender las necesidades de los pacientes cero positivos.
Cuestión de percepción
Marcial Daza (director general del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda) comentó, a propósito de las denuncias presentadas en este trabajo, que “todo depende del ojo con el que se mire”. Para él, “es posible que algunos pacientes con VIH se sientan discriminados al momento de acudir al principal centro hospitalario, pero no todo el tiempo esto es así. A veces los pacientes se quejan porque les pedimos los insumos que requiere el personal para poderlos tratarlos (…) Empero, aunque ellos piensen que lo hacemos por ser pacientes VIH positivos y porque no queremos atenderlos, esto pasa con todos los pacientes, independientemente de sus patologías, porque el hospital carece de insumos, está en crisis como el resto del país, y no es un asunto de favoritismos o de discriminación”, puntualizó.
“Así mismo, con relación a los tratos inhumanos y discriminatorios que denuncian los pacientes con VIH/Sida, pienso que es una cuestión de suerte; debemos entender que la práctica de la medicina está en manos de seres humanos, y como tal está supeditada a los miedos, prejuicios y tabúes del personal. No obstante, nosotros, desde la dirección del hospital, no consentimos este tipo de cosas; al contrario, cuando escuchamos casos de denuncias instamos a los usuarios a formalizarlas, a puntualizar con nombre y apellido quién cometió la falta, a no generalizar y a gestionar los medios necesarios para que la agresión sea comprobada y sancionada oportunamente”, así expresó Daza con el fin de que los pacientes hagan uso de sus derechos y soliciten la atención oportuna, humanitaria y de calidad que necesitan.
Por esta razón, también agregó que las denuncias, según el personal que cometa la falta, deben presentarse ante la dirección del hospital (Dr. Daza y/o Dr. Enrique Alvirez), ante el jefe del personal de seguridad (señor Eladio) o ante la Lcda., Calderón (jefa de enfermería). “A través de ellos, con nombres puntuales, hora y fecha exacta de los hechos, podremos ejecutar acciones y sancionar al personal si es necesario; recuérdese -puntualizó- que en el caso particular de los médicos, una sanción por tratos inhumanos, mala atención o negligencia comprobada, es una mancha para su expediente (…) pero es necesario que denuncien con claridad los hechos, que puntualicen quién cometió la falta, y no como suele pasar a diario en mi oficina que llegan denuncias, testimonios, casos, pero nada formal”, precisó.
Finalmente, con relación a los kit de seguridad que se han solicitado a las mujeres embarazadas, Daza explicó que esto no está permitido. “Ningún médico, bajo ningún concepto, debe pedir este kit de seguridad; y no lo puede pedir, porque además de que hay una resolución que lo impide, este kit nunca más se volvió a ver en el mercado, no se consigue. Por eso mi recomendación es que los médicos se valgan de las normas sanitarias universales, sean precavidos y que no violenten los derechos de los ciudadanos por ser VIH positivo; y que cumplan con nuestra labor que es servir a la población sin distinción alguna”, acabó.
Testimonios
Meléndez, L.: Lo dejaron morir
Estoy casi seguro que a mi pareja (R.A.) lo dejaron morir. Por eso al hospital (Antonio María Pineda) voy por estricta necesidad, porque me toca; pero si fuera por mí, no volvería nunca más a ese lugar. Me trae malos recuerdos y todo allí me genera rabia (…) R.A. pasó momentos difíciles cuando lo hospitalizaron, nadie quería atenderlo, era como si le tuvieran asco y muchas veces nos lo hicieron sentir. Una mañana ─recuerdo─ un médico pasó a hacer revista y lo ignoró por completo, apenas supo que era VIH positivo pasó de largo y dijo que él era un caso perdido; no lo llevaban al baño y a mí, porque en este país las parejas gais no tienen derechos, me limitaban las visitas.
L.A.:
Desde hace tres años vivo con VIH, contraje el virus a través de un contacto sexual y desde entonces mi vida cambió por completo. He pasado por momentos difíciles ¡claro! no es fácil vivir con esta enfermedad. No obstante, uno de los momentos más críticos para mí fue cuando salí embarazada y tuve que dar a luz. Pasado el tiempo de mi gestación, y porque el Antonio María Pineda es al único centro asistencial que podemos acudir cuando estamos embarazadas, me dirigí hasta allí; lo que nunca imaginé es que iba a pasar los días más difíciles y angustiosos de mi vida (…) a mí me internan el 1 de julio de este año y no fue sino hasta el 12 de julio que me hicieron la cesárea (…) nadie quería hacérmela por miedo a contagiarse, me pidieron un kit de seguridad que no se consigue por ningún lado y, finalmente, porque fingí una crisis de nervios, me hice pasar por loca y amenacé con lanzarme por la ventana o cortarme las venas, fue que me hicieron la cesárea. Me trataban con asco, las empleadas de limpieza, alegando que ellas no iban a limpiar el quirófano si me operaban a mí, hicieron huelgas en reiteradas ocasiones me suspendieron la operación y por eso me postergaban la cirugía (…) me decían que el aparato de la anestesia estaba dañado (?) y me ponían mil excusas diarias. Fue una tortura, sentía miedo, no quería que me dieran dolores de parto y terminar en esas labores naturales que hubiesen puesto en peligro a la niña.