Una de las grandes taras en nuestra democracia, que contribuye a la mayor crisis estructural de muestra historia, es que los habitantes de este país han hecho de los gobernantes y políticos en general hegemones, comandantes, jefes, figuras incuestionables a quienes hay que seguir incondicionalmente e imitar aún en lo malo, lo cual es terriblemente grave.
El gobierno asfixia a la oposición a través de un dominio institucional, desconociendo la Constitución, lo que es peor, el clamor popular. Todos los estudios opináticos y palpocallejero dan fe que los venezolanos en un 90% están disconformes con la situación país. La labor natural de cualquier oposición es ser el interlocutor de dicho malestar.
Sin embargo, los venezolanos creen que esta coyuntura histórica es un problema exclusivo de políticos (gobierno-oposición-partidos) lo cual es un credo errado que ha degenerado nuestra existencia. Este maligno mito ha permitido que el gobierno, ante la mirada expectante/entretenida del pueblo, masacre a la oposición orgánica (partidista y en posiciones de poder) a su real interés, así neutraliza toda acción en su contra bajo un tan falso como grotesco velo de constitucionalidad e institucionalidad. Ello le ha redundado éxito en su inamovible fin: la retención del poder… lo seguirá reteniendo mientras se continúe con esa nefasta creencia y permisibilidad social.
De continuar así, el gobierno se perpetuará en el poder, pues la ecuación es muy sencilla: “Si los únicos que me pueden destronar son los partidos y líderes opositores, entonces a través de mi dominio institucional los aniquilo; así preservo el poder indefinidamente”. Parece una observación maquiavélica a la gestión de Lorenzo de Médici de 1531 pero no, es una fehaciente descripción de la política venezolana en 2016.
Además, las relaciones en torno al poder son muy oscuras, las negociaciones/pactos están a la orden del día, en consecuencia, reposar la totalidad de los designios del Estado en los políticos tiene otra ecuación sencilla y estandarizada: “Pacto entre gobierno y oposición = El pueblo siempre será el sacrificado”.
Ahora bien, el gobierno podrá seguir sometiendo a la oposición. La gran interrogante es: ¿Podrá seguir sometiendo a todo el pueblo, incluso a sus mermados seguidores? Si quienes reclaman derechos, solución de los problemas, incremento de la calidad de vida, respeto a la constitución escrita (no la vulgarmente interpretada) son los trabajadores, las amas de casa, los productores, los estudiantes, los maestros, los transportistas, las enfermeras, los agricultores, en fin… los venezolanos de a pie, el pueblo llano, ¿cómo frenar el cambio? ¡Sería imposible!
Tenemos un ejemplo reciente: Quienes ganaron la batalla contra la siniestra enmienda constitucional de 2007 no fueron los partidos políticos, sino la sociedad civil guiada por los estudiantes ¡Digno de reflexionar! Esta Venezuela de indigna sobrevivencia solo será superada por una acción suprapartido, a través de la presión social.