El peor accidente aéreo registrado en Colombia en las dos últimas décadas acabó con la épica historia de un modesto equipo de fútbol brasileño, y las autoridades investigan el motivo por el que un avión chárter se estrelló en los Andes, matando a 71 de las 77 personas a bordo.
Las cajas negras del British Aerospace 146, los dispositivos que registran las conversaciones de cabina y los datos de vuelo, fueron recuperadas de entre los restos desperdigados por la ladera de una montaña y ya están siendo analizadas por expertos, explicó el martes la agencia de Aeronáutica Civil del país.
En un primer momento, funcionarios colombianos dijeron que el avión, creado para trayectos cortos, sufrió un fallo eléctrico, pero que en la zona se registraban fuertes lluvias cuando la tripulación declaró una emergencia y la aeronave desapareció de los radares poco antes de las 22:00 horas (0300 GMT) del lunes.
Las autoridades no descartan la posibilidad de que el aparato se quedase sin combustible minutos antes de aterrizar en el aeropuerto José María Córdova, en las afueras de Medellín, una información que una asistente de vuelo que sobrevivió al impacto dio a rescatistas. Expertos esperan poder entrevistarla el miércoles.
El dolor por la pérdida de gran parte del Chapecoense, un modesto club del sur de Brasil que llegó hace dos años a la primera división del país por primera vez en décadas y había logrado clasificarse para la final de la Copa Sudamericana, sacudió la región.
El avión, que partió desde Santa Cruz, en Colombia, llevaba al equipo a Medellín para disputar el partido de ida de la final del segundo torneo de clubes más importante de la región contra el Atlético Nacional. Con el viajaban veintiún periodistas brasileños.
La Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) canceló todos los juegos previstos en solidaridad con las víctimas, y el Real Madrid y el Barcelona interrumpieron sus entrenamientos para guardar un minuto de silencio. Los principales equipos de Brasil se ofrecieron a prestar jugadores gratis al pequeño club para que pueda reconstruirse la próxima temporada. «Es el mínimo gesto de solidaridad que está a nuestro alcance». manifestaron.
En un emotivo gesto, el Atlético Nacional pidió que se declare vencedor de la Copa Sudamericana al Chapecoense, cuya foja en el campeonato electrificó a un país loco por el futbol.
Entre los sobrevivientes del siniestro hay tres futbolistas. Alan Ruschel es el que presenta un cuadro más grave, con una operación por una fractura vertebral. Sus compañeros de equipo Helio Zampier y Jakson Follmann sufrieron también múltiples traumas, y los médicos tuvieron que amputar la pierna derecha a Follmann.
El periodista Rafael Valmorbida también pasó por el quirófano y los tripulantes bolivianos Ximena Suárez y Erwin Tumiri están estables, según responsables hospitalarios.
El avión era propiedad de LaMia, una aerolínea chárter que comenzó en Venezuela pero más tarde se reubicó en Bolivia, donde el pasado enero recibió los permisos para operar. Pese a su aparente limitada experiencia, la firma está ligada a varios equipos importantes de Sudamérica.
A principios de este mes, el avión implicado en el accidente transportó al delantero del Barça Lionel Messi y a la selección de Argentina desde Brasil tras un juego de clasificación para el Mundial 2017. La empresa también parece haber llevado a las selecciones de Brasil, Bolivia y Venezuela en los últimos tres meses, según un registro de actividad reciente proporcionado por Flightradar24.com.
Según el cibersitio de la aerolínea, ahora no disponible, LaMia operaba tres aviones 146 Avro fabricados por British Aerospace, con un alcance máximo de unos 2.965 kilómetros (1.600 millas náuticas). Esta es aproximadamente la distancia entre Santa Cruz y Medellín.
Esta capacidad de la aeronave merece una investigación minuciosa, dijo Hans Weber, asesor de las autoridades de aviación de Estados Unidos durante años. Explicó que la distancia aérea entre ciudades suele medirse por la ruta más corta, pero los aviones raramente vuelan en línea recta porque los pilotos esquivan turbulencias o cambian su curso por otros motivos.
El aparato fue inspeccionado antes de partir para Colombia sin que se reportaran problemas, explicó César Torrico, portavoz de la agencia de aviación civil de Bolivia.
Gustavo Vargas, un general de la fuerza aérea boliviana retirado que preside de la aerolínea, dijo: «No podemos descartar nada, la investigación está en curso y vamos a esperar los resultados».
Momentos antes de despegar, el director técnico del club, Mauro Stumpf, concedió una entrevista a una televisora boliviana en la que elogiaba a la aerolínea, que había sido un amuleto el mes pasado cuando viajaron a Colombia para disputar los cuartos de la Sudamericana.
«Ahora vamos a hacer este nuevo trayecto y esperamos que nos den suerte como la primera vez», dijo Stumpf a Gigavision TV.
El club de la pequeña ciudad brasileña de Chapeco vivía la mejor temporada de su historia. Se clasificó para la final del torneo luego de dejar a alguno de los grandes equipos de la región por el camino, como los argentinos San Lorenzo e Independiente.
El equipo es tan modesto que su cancha, con capacidad para 22.000 personas, fue descartada por los organizadores de la Copa Sudamericana por ser demasiado pequeño para acoger el partido de vuelta de la final, que se trasladó al estadio Couto Pereira, donde caben el doble de espectadores, en Curitiba, a unos 480 kilómetros al norte de Chapecó. Pero algunos aficionados, sorprendidos por la campaña del club, iniciaron una campaña en medios sociales para trasladar el encuentro al icónico estadio de Maracaná, en Río de Janeiro.
«Esta mañana me despedí de ellos y me dijeron que íbamos a por el sueño, a convertir ese sueño en realidad», dijo Plinio De Nes, miembro de la directiva del Chapecoense, a la televisora brasileña TV Globo. «El sueño se terminó a primera hora de la madrugada».