Sí, en este país estamos triste y peligrosamente respirando aires de rebelión. Y no es ninguna exageración. Todos lo percibimos, sobre todo los líderes políticos de la nación. Y aunque el Espíritu Santo de Dios pone delante de ellos las evidencias y soluciones, el enemigo de la paz verdadera los hace oídos sordos. Ignoran el llamado divino a sus corazones, a su intelecto.
El Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es hermoso por lo esperanzador. Hay pasajes con clara inclinación poética y expresiones literarias de profunda y connotada belleza que emocionan, pero igual nos quieren guiar. Para muchos, el evangelio se convierte en un látigo que azota la conciencia. Pero ese no es el objetivo de la Palabra de Dios. Esto sucede, cuando nos empeñamos en ignorar las amonestaciones que fueron inspiradas por el mismo Dios para nuestro bien. Los políticos, que una vez abrazaron la fe cristiana, cuando llegan a puestos de poder, con sorprendente rapidez sacan de sus vidas las amonestaciones divinas. De allí, las consecuencias lamentables de su gestión gubernamental. Entonces, comenzamos a oler vapores de rebelión.
Sin embargo, la rebelión que mas debe preocuparnos y ocuparnos a su vez, es aquella que nace y crece en nuestros corazones contra Dios y su Palabra. Que se manifiesta en abierta desobediencia. Que fue lo que sucedió con la rebelión del pueblo de Israel y que ahora se presenta tal cual, en el mundo de la cristiandad contemporánea. O sea, en nosotros los cristianos, que no obedecemos sus mandamientos y amonestaciones. Esto no es un invento de fanáticos, el mismo Dios nos insta a presentarlo a viva voz y es lo que hacemos cada vez que podemos a través de esta valiosa tribuna como es el diario EL IMPULSO. “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado». Isa. 58: 1
“La hipocresía le resulta especialmente ofensiva a Dios. La gran mayoría de los hombres y las mujeres que profesan conocer la verdad, prefieren recibir mensajes delicados. No quieren que se ponga delante de ellos sus pecados y defectos. Prefieren a los pastores acomodadizos, que no convenzan al presentar la verdad. Prefieren también a los hombres que los adulan, y a su vez ellos alaban al pastor por manifestar tan «buen» espíritu, mientras atacan al fiel siervo de Dios…
Muchos ensalzan al ministro que habla mucho de la gracia, el amor y la misericordia de Jesús, que no pone énfasis en los deberes y las obligaciones, que no amonesta acerca de los peligros de la hipocresía, o que no predica acerca de los terrores, de la ira de Dios” Libro. Cada día con Dios. Elena de White.
Es evidente entonces, que la misma actitud del pasado manifiesta en el antiguo pueblo de Dios se repitió en tiempos de nuestro Señor Jesucristo y se repite actualmente en la persona de los profesos cristianos militantes y líderes de las iglesias cristianas actuales. El mismo Jesús lo presentó a través del profeta Isaias en la antigüedad. Y lo presenta en su tiempo ayer. Pero funciona para hoy también. “Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, Mas su corazón está lejos de mí” Marc. 7:6. ¡Hasta el martes Dios mediante! Próximo artículo «Fin del Gran Conflicto».