La MUD entrampada en el diálogo

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El reciente comunicado conjunto del gobierno y los sectores opositores tras la reunión sostenida en el marco de la mesa de diálogo dejaron un sabor amargo en la opinión pública. Ya se ha analizado suficientemente el peso de las palabras “detenido” o “sabotaje económico”, en el comunicado que avaló la MUD. El propio Carlos Ocariz, al día siguiente pidió disculpas por el error,  pero considerando lo sucedido en las últimas semanas es necesario hacer un alto en el camino para pensar ¿por qué ocurrió esto?

Haciendo una revisión de la posición de la MUD desde la suspensión del referendo revocatorio hasta la actualidad, encontramos graves contradicciones, que más que “colaboracionismo” como señalan algunas voces radicales, evidencian sus dificultades de cohesión y las diversas agendas de sus líderes, que no siempre están alineadas. En periodos electorales la MUD ha resultado muy exitosa, pero en el momento de hacer alta política es débil.

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Estamos de acuerdo que asistir al diálogo es fundamental para la MUD porque no tiene la fuerza necesaria para forzar la transición debido al férreo control institucional del gobierno. El error está en participar en el diálogo enfriando la presión de calle que se había generado. Como hemos dicho antes, una de las fortalezas que tiene la MUD es su capacidad para movilizar a la gente, y no se puede renunciar a eso voluntariamente. Desde el principio se dijo que el diálogo no desactivaría la protesta y eso no ocurrió.

Por otro lado, el discurso de la MUD a lo largo del 2016 ha sido lograr la salida pacífica y electoral a la crisis y el referendo revocatorio fue su bandera a partir del mes de marzo, de tal manera que abandonar a su suerte al revocatorio constituye una falta de consistencia.

Henrique Capriles hizo mea culpa recientemente sobre las fallas comunicacionales de la MUD, pero esto no ha servido de nada. Que la gente sepa por el gobierno y sus voceros más radicales lo que se está discutiendo en el diálogo es un grave error que no ha sido subsanado. No se puede ser reactivo cuando  es tanto lo que está en juego.

Es necesario saber medir el costo político del diálogo para la alianza opositora porque en los actuales momentos se está jugando su credibilidad ante la opinión pública. Sería muy lamentable para el país que una gran iniciativa de articulación institucional de los partidos políticos como la MUD sea tragada por la crisis política. Hay que reconocer que sin soporte institucional del lado opositor es poco probable que ocurra el cambio político.

No cabe duda que el gran ganador en esta última semana nuevamente fue el gobierno. Nada indica que esté dispuesto a ceder en algo. Sólo cuarenta y ocho horas después del comunicado conjunto, una nueva sentencia del TSJ reafirmó el cerco a la Asamblea Nacional y la criminalización de la protesta.

En las actuales circunstancias, tal como lo afirmó Chúo Torrealba luce muy lejana la salida electoral que espera la gran mayoría de los venezolanos, razón por la cual es fundamental que la MUD supere sus contradicciones internas y encabece un movimiento nacional para restituir  el derecho al voto, y la posibilidad de lograr una transición política de manera pacífica y constitucional.

Lo inteligente en este momento es recomponer la MUD y trabajar en el discurso y acción orientado a la gran mayoría que desea cambio, reactivar la presión popular y exigir a los mediadores la inclusión de cláusulas de cumplimiento de los acuerdos del diálogo, que hasta ahora no existen. El corolario de todo esto será tener más firmeza en el reclamo de solventar la crisis a través del voto.  Tal como ha evolucionado el diálogo no augura ninguna solución al conflicto político, por esta razón hay que evaluar también si es necesario pararse de la mesa.

Por otro lado, quienes piden la cabeza de la MUD no plantean ninguna alternativa racional, sostienen que “la calle” bastará para lograr la salida del gobierno. Los partidarios de “la calle” sin diálogo ni negociación olvidaron los dramáticos sucesos de 2002 y 2003 y todo el esfuerzo que significó para la oposición venezolana levantarse de estas derrotas. El voluntarismo no tiene cabida en un momento tan delicado como este. La MUD se encuentra ante un gran riesgo de disolución que resultaría trágico para el país, por lo que es necesario sentarse a reflexionar, reconocer los errores y rediseñar la hoja de ruta para lograr la transición democrática que el país espera.

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