Cuanto dieran los narcos sobrinos por un TSJ venezolano
Duele leer una noticia donde se dice que un grupo de panameños realizará una protesta en contra de los venezolanos que viven en ese país. Compatriotas que han sido aventados hacia esa nación para huir de la difícil situación que el régimen castrocomunista ha creado en Venezuela. La falta de trabajo, la inseguridad, la escasez de medicinas y alimentos, la violación de los derechos humanos y demás situaciones propias de este tipo de regímenes, ha hecho que muchos venezolanos hayan tomado la decisión de migrar hacia otros países en busca de un futuro pare ellos y su hijos. Siempre habíamos sido un país receptor de migraciones de muchos continentes y los recibíamos con los brazos abiertos. Pero mucho antes habíamos sido un país exportador de libertadores. Es bueno recordar que Panamá se une voluntariamente a Colombia, como una provincia más, por admiración del liderazgo de Simón Bolívar, el venezolano del Congreso Anfictiónico.
Sin entrar en analizar si la compostura de algunos venezolanos en el istmo haya sido no muy ajustada a las buenas costumbres creo, y estamos seguro de ellos, que la inmensa mayoría de los compatriotas que se han radicado allí han sido hombres y mujeres trabajadores, dispuestos a contribuir con el desarrollo de ese país de la “abundancia de peces y mariposas”. Unos con su trabajo creativo, profesionales de muchas disciplinas y otros como inversionistas. Pero todos con la esperanza de echar raíces en el suelo de José de Fábrega. Como lo hicieron españoles, italianos, alemanes, argentinos, chilenos, colombianos, ecuatorianos, peruanos, árabes y centroamericanos en diferentes tiempos y por diferentes razones y motivos. A todos los recibimos con la mayor camaradería, aun cuando algunos, aceptando aquello de la distribución normal (la campana de Gauss) que se cumplió en toda actividad. De ellos aprendimos y a ellos los enseñamos. Con ellos hemos compartido y seguimos compartiendo a pesar de las adversidades, esa arepa y esos tequeños que identifican nuestra culinaria.
Por eso nos molesta, nos causa estupor, rabia, tristeza, el que un grupo de panameños, aun cuando estamos seguros que son un grupo muy minoritario y no representa el sentir de los hombres y mujeres de Panamá. Mi esposa, que tiene un sexto sentido como todas las mujeres me susurra “y no será que el gobierno tiene la mano metida en esto”. Todo es posible con estos bandidos. Dígame nosotros que tenemos a los cubanos metidos hasta en la sopa, haciéndonos mucho daño y nadie dice “cubanos fuera”. Por cierto tampoco vamos a responder como respondió el gringo cuando se comió una tajada de sandía (patilla) y no la quiso pagar, metiéndole un tiro a un panameño y provocando la primera invasión yanqui a Panamá. Nosotros, por el contrario, les estamos enseñando a hacer y a comer arepas y tequeños a todo el que quiera, en sana paz. Viva la murga de Panamá.