A los trece años, cuando estudiaba en Coro donde había nacido, Luis Miquilena comenzó a intersarse por la política al conocer, en 1934, al merideño Miséforo Vivas, un joven que había llegado a la capital de Falcón perseguido por el régimen de Juan Vicente Gómez y comenzó a reunirse con los muchachos para contarles lo que significaba vivir en dictadura.
Cuando se supo de la muerte de éste dictador, Miquilena salió pegando gritos por las calles de aquella ciudad silenciosa: “¡Murió el tirano!” y poco después lo pusieron preso.
Como ocurría en aquellos tiempos, el mayor castigo era la expulsión del detenido a otra ciudad para que cambiara de ideas. Fue enviado a Maracay, donde con José Antonio Mayobre y otros jóvenes de entonces fundaron la Federación de Estudiantes. Así comenzó Miquilena su vida política, según confesión reiterada que hizo en las entrevistas que le hicieron los periodistas.
Después se hizo comunista y dirigente sindical de los transportistas en El Cementerio, de Caracas, y en lo que es hoy el estado Vargas.
Miquilena refirió que fue preso por sus ideas y actuaciones durante los gobiernos de Eleazar López Contreras, Medina Angarita, Junta Cívico.Militar, Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt.
No sólo fue un activista político sino que trabajó como autobusero y en otros oficios. Se convirtió en el asesor de Hugo Chávez. Fue presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, primer ministro de Relaciones Interiores del chavismo y después del 11 de abril de 2002, cuando Chávez lo llamó, recuerda que le dijo “tú estabas tumbado…debes hacerle una estatua a Carmona Estanga porque te hizo volver al poder”. Se decepcionó de Chávez, a quien llamó farsante, y afirmó que los gobiernos anteriores fueron robagallinas en comparación a la corrupción de ahora. Ayer murió a los 97 años.
