“No hay” son las palabras de desdicha que pronuncian los padres que se mantienen con sus hijos hospitalizados en el Hospital Universitario Pediátrico Agustín Zubillaga (Hupaz), algunos llevan meses, otros días, pero todos claman por lo mismo: la recuperación de sus pequeños.
En un recorrido realizado por las instalaciones del centro de salud para menores más importante de la región, se pudo apreciar las distintas necesidades que se tienen.
Las personas foráneas son quienes más sufren, pues deben luchar no solo contra la escasez de insumos y medicinas, sino además con el hecho de estar lejos de personas que pueden colaborar y por no tener dónde dormir.
Tal es el caso de María Nelo, de Siquisique. Su nieta de apenas 2 meses de nacida llegó al mundo con una infección y ha permanecido internada en el Hupaz. Al menos 400 mil bolívares ha debido devengar para los gastos hospitalarios que van desde lo más mínimo: alcohol, guantes, algodón, yelcos, inyectadoras; hasta los remedios solicitados y los exámenes correspondientes, incluso los de laboratorio deben hacerse en un centro privado, pues no se tienen reactivos.
Mientras denunciaba las deficiencias, su hija estaba en búsqueda de pañales para la bebé. Nelo, con angustia, indicó que es sumamente difícil mantenerse en el Hupaz. Hay almas bondadosas quienes dan cierta ayuda en cuanto a comida a los familiares, pero aún así, tienen que rebuscar para lograr cubrir los gastos.
Los mismos representantes se deben hacer cargo de la limpieza del área, en este caso el 5to piso, pues desde hace varias semanas no se cuenta con los implementos necesarios; además, el déficit no es solo de materiales, sino también de personal.
A pesar de ser más de 20 camareras en nómina (un número bajo de por sí para las necesidades que se tienen) solo la mitad de estas están laborando.
En sus 21 años de servicio, Sonia Corobo, jefa del servicio de Infectología, aseguró que nunca ha visto una situación similar, en la que ni siquiera lo más básico se encuentra.
Nada más en el 5to piso, lugar en donde labora, hay una docena de cupos (camas) fuera de servicio. Por cosas mínimas como falta de luz, de una llave o de mantenimiento en general, no están acorde a su capacidad.
Son tantas las cosas que se necesitan, que los padres unen esfuerzos y se colaboran entre sí. “Hay veces que alguna necesita un pañal, alcohol, un yelco y si se tiene se le ayuda. Incluso estamos tratando de recolectar recursos para comprarle lo que necesita un bebé”, dijo María Virgina Quero.
En otra habitación se encuentra un pequeño de dos meses. Su diagnóstico fue hidrocefalia, pues su madre padeció zika durante su gestación. Ahora es que se comienzan a ver estos casos y complicarse más las cosas. 400 mil bolívares es el costo de la válvula necesaria para el tratamiento y por ende, es un precio difícil de costear. Simón Yépez, padre del bebé, dio gracias a Dios porque la consiguió donada pero igualmente debe sortear con los demás gastos.
Por su parte, Susana Mendoza también tiene a su hijo con hidrocefalia. “Vendiendo sopa y empanadas le pude comprar la válvula”, expresó, pero lamentablemente la misma debió ser desechada a los días de habérsele colocado al pequeño. Hace apenas un mes fue el inconveniente y el insumo aumentó su costo en forma exorbitante.
A través de vendimias y rifas los padres intentan recolectar dinero, pues la salud gratuita ahora parece ser una utopía.
Los pacientes oncológicos la pasan feo. Los medicamentos necesarios cada vez están más escasos en el Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS) y deben acudir a los “bachaqueros” para adquirirlos. El gasto es incalculable, aseguró Andreína Pineda, cuya hija de apenas dos años sufre de leucemia. “Es difícil toda esta situación porque una madre de paciente oncológico no puede estar todo el día haciendo colas para comprar pañales por ejemplo, aun cuando estos sean muy necesarios”.
El riesgo de recaer si no se cuentan con las respectivas medicinas llega a ser una realidad sumamente triste y, lamentablemente, no se vislumbra alguna esperanza de que la situación cambie.
Otra de las áreas críticas es la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), aquí el costo de lo que se pide se incrementa considerablemente, así como la preocupación de los familiares.
Kimberly Ruiz, con lágrimas en los ojos, explicó lo complicado que es estar con su hermano en UCI. Con apenas 11 años, el pequeño, proveniente de Guanare, tiene hidrocefalia. Sus familiares deben buscar la manera de conseguir varias ampollas del medicamento solicitado que tiene un costo de 14 mil bolívares. “Estamos aquí desde hace un mes, debemos dormir afuera del hospital. Hemos tenido que comprar la sonda, los guantes, todo”, señaló. A la buena de Dios permanece junto a su madre, dándose fuerzas a pesar de las constantes adversidades.
Sin anestesia
Desde hace 11 días Karina Alvarado espera que su hijo de 6 años sea operado de una fractura en el codo, ¿el motivo del retraso? no hay anestesia. Incluso este importante producto debe ser comprado por los representantes o de lo contrario, deben someterse a la tortuosa espera.
“A las autoridades, al gobernador, al alcalde, al presidente, a quien le competa: deben ayudarnos”, aseveró.
Desde otro punto
Los galenos no dejan de expresar su preocupación por las condiciones en las cuales deben atender a los pequeños y, aunque dan lo mejor de sí, la grave escasez de insumos y fármacos no les permite brindar un servicio de calidad. Miriam Lucena es la jefa de servicio de Cuidados Agudos, donde son atendidos los menores que salen de la UCI.
Señaló que entre las principales necesidades se encuentran los monitores, pues apenas se tienen cuatro funcionales cuando se amerita incluso el doble. “Nosotros mismos con las enfermeras hemos tenido que traer cosas para limpiar o para ayudar a los pacientes”, destacó.
Asimismo, Hermelinda Rodríguez, pediatra neonatóloga, explicó que “se está igual que el país. Es una situación crítica con muchísimas deficiencias, no solo de insumos, sino también de personal”. En el área que le corresponden hay al menos tres incubadoras dañadas y es urgente contar con otros especialistas que estén presentes en horarios de la tarde y noche; pues en estas oportunidades los pequeños quedan en manos de los residentes, que si bien tienen educación de calidad, necesitan un mayor soporte.
Las enfermeras, al igual que los médicos, se exponen constantemente a las bacterias e infecciones, pero ahora ni con guantes cuentan. Además de esto, su salario pasó a ser mensual, adeudándoles incluso las prestaciones, vacaciones y bonos, entre otros beneficios.
“La salud no ha tocado fondo gracias a los médicos”
El Hospital Pediátrico tiene un déficit de insumos y medicamentos del 70%, según señaló su director, Jorge Gaiti; no obstante, este consideró que gracias a la disposición de los galenos, la salud en el país no ha tocado fondo.
Desde el pasado viernes denunció que se iniciaría la semana sin anestesia, expectante ante la posibilidad de recibir alguna ayuda de parte del respectivo organismo, el centro de salud tuvo que dejar de atender a al menos 15 niños, incluso tratándose de emergencias.
“No se tiene ni el stock mínimo de medicamentos”, aseveró, y por ende, se ven en la necesidad de solicitarles a los representantes la compra de los mismos.
Sin entender está la autoridad, pues lo que en el Hupaz falta, afuera se encuentra; muchas veces desconociendo de dónde proviene y sin control sanitario. Un problema que no es solo de fármacos, sino además de vacunas.
Como una crueldad y terrible, considera las condiciones de la salud venezolana y que desde el respectivo organismo no se acepten las deficiencias que se tienen y por lo tanto, aún no llegue la ayuda humanitaria que es tan necesaria.
Gaiti consideró de gravedad el hecho de que ni siquiera las madres cuenten con los componentes necesarios para proporcionar una buena alimentación a sus bebés, aún al tratarse de la lactancia.
“Ahora se muestra un cuadro de desnutrición neonatal que ya no existía y ahora se está viendo nuevamente”, dijo la subdirectora, Idabelis Arias de Anzola.
Igualmente destacó que lamentablemente se está volviendo a la medicina de los años ‘70 y que esto es “un karma que repercutirá en las futuras generaciones”.
Nueva inspección al Antonio María Pineda
“Ya es la segunda o tercera vez que nos visitan” dijo el director del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda (Hcuamp), Marcial Daza. En esta oportunidad, no solo fueron funcionarios militares sino que estos estuvieron bajo la tutela de la coordinadora del motor farmacéutico en el estado Lara, Linda Amaro, el general Figueira, encargado del almacén del Servicio de Elaboraciones Farmacéuticas (Sefar) y la defensora del pueblo en la entidad larense, Elba Rodil.
Amaro expresó que la visita se trató de un “trabajo de presentación”, en el cual se evaluaron las distintas áreas para posteriormente emitir un diagnóstico.
Por su parte el directivo, Daza, señaló que considera que las inspecciones realizadas tienen una buena disposición de ambas partes y espera que esto surta sus frutos positivos; aparentemente en el 2017 el Hcuamp podría automatizarse.