La ausencia de los representantes del oficialismo en las cuatro mesas técnicas ayer, originó una serie de comentarios, dudas y, sobre todo, gran expectativa sobre la continuación del proceso de diálogo político para tratar la crisis que enfrenta la población venezolana.
Las mesas establecidas para el diálogo son:
1) Paz, respeto al Estado de Derecho y a la soberanía nacional, que tiene como mediador a José Luis Rodríguez Zapatero, exjefe del gobierno español.
2) Verdad, justicia, Derechos Humanos, reparación de víctimas y reconciliación, cuyo facilitador es monseñor Claudio María Celli.
3) Aspectos económicos y sociales, que tiene como mediador a Leonel Fernández, expresidente de República Dominicana.
4) Generación de confianza y cronograma electoral, donde el mediador es Martín Torrijos, expresidente de Panamá.
Una vez que faltaron los representantes del oficialismo, las redes sociales reventaron con toda clase de comentarios.
Algunos decían que Nicolás Maduro había ordenado suspender el diálogo como consecuencia de que en la Asamblea Nacional se había tratado el caso de los sobrinos de Cilia Flores, detenidos desde hace un año en los Estados Unidos y quienes ya fueron enjuiciados por el delito de tráfico de drogas, esperándose que el juez imponga la pena en marzo del año próximo.
Igualmente se decía que el Gobierno había decidido suspender las conversaciones por las críticas surgidas en el seno de la oposición al no haberse dado libertad a los presos políticos.
Se dieron a conocer otros comentarios, pero ya en la tarde a través de un canal de televisión, Rodríguez Zapatero dio a conocer que el diálogo continuaría y despejó dudas.
Desde el principio de la instalación de la mesa de conversaciones, tras la invitación formulada por el Papa Francisco, se han expresado opiniones contradictorias, porque unos voceros políticos han considerado imprescindible limar diferencias y llegar a un acuerdo para acabar con la crisis, mientras que otros sostienen que la oposición cayó en el error de creer en el Gobierno, que ha negado la realidad de la crisis achacándosela al imperio y a los empresarios, además de no querer reconocer la ayuda exterior.
El domingo pasado el Papa volvió a referirse a la situación venezolana en términos dramáticos y tratando de abogar por una salida constitucional, democrática y pacífica. Ha sostenido la necesidad de que la situación no vaya a desbordarse y sea peor a la que estamos viviendo ahora. Para muchos observadores políticos, el Gobierno se ha burlado del Vaticano y de la Mesa de la Unidad Democrática porque hasta ahora no ha habido el interés de cumplir los compromisos surgidos en la mesa de conversaciones.
La propia Iglesia católica a través de sus principales autoridades ha señalado que no son satisfactorios los resultados alcanzados hasta ahora. Todavía quedan días para que haya definiciones y puedan concretarse resultados.
