Ya habíamos advertido que con este régimen no se puede hablar, porque no tiene palabra: no va a cumplir nada de lo que ofrece.
Así lo afirma María Corina Machado, coordinadora nacional de Vente Venezuela, en entrevista telefónica desde la Redacción de EL IMPULSO.
Rechaza ser calificada de radical
-Mis puntos de vista –dice- son los mismos del 85 por ciento de la gente que adversa este régimen, al cual si se le baja la cabeza, se va de bruces y no se podrá levantar porque las fuerzas democráticas son superiores y así lo han venido demostrando en la calle constitucionalmente, en forma pacífica, cívica y contundente.
-Pero, ¿la sentencia de la Sala Constitucional, en base a la solicitud del procurador general de la República, no está impidiendo que se manifieste públicamente en las inmediaciones de las sedes de los poderes e incluso prohibiendo que se transmitan o retransmitan manifestaciones de calle?
-¿Acaso esto nos puede sorprender? ¿Puede sorprendernos un Tribunal Supremo de Justicia que todos sabemos cómo actúa y lo único que le falta es que dicte una sentencia declarando improcedentes todos los artículos de la Constitución que garantizan los derechos de los ciudadanos? Este TSJ, sumiso al régimen, no para en su empeño de atacar y anular a la Asamblea Nacional porque es el único poder que no puede ser controlado, como anteriormente ocurría, por la dictadura castro comunista chavista madurista, indolente, corrupta y mafiosa, que ha destruido el país y nos ha sumido en la miseria. ¿Qué es lo que nos queda? Protestar enérgicamente. La protesta es un Derecho Humano que ni este ni ningún tribunal puede arrebatarnos.
-¿Cómo lograr restablecer la confianza que la mayoría de la gente tenía en el liderazgo opositor, ya que después de anunciarse el diálogo surgió un gran escepticismo?
-Y con mucha razón. Porque son decenas de miles y miles de empleados públicos que arriesgaron su trabajo, su estabilidad y su vida cuando firmaron solicitando la realización del referendo revocatorio al mandato de Nicolás Maduro. Igualmente fueron muchos los militares conscientes de todos los rangos que se unieron a esa petición, asumiendo serios riesgos. Y como ellos millones de ciudadanos de todas las edades. Todos confiamos en que se iba a llegar a un final sin claudicar. Nadie tiene el derecho a negociar nuestros derechos constitucionales. Nadie tiene derecho a entregar estos años de dura, difícil y angustiosa lucha. Y tiene que haber escepticismo, preocupación y rabia cuando vemos lo que se obtuvo con ese diálogo ficticio y fallido.
-¿Qué se ha obtenido?
-Más bien hay que decir lo que se entregó.
-¿Qué se ha entregado?
-Se entregó la calle, porque se había acordado realizar una gigantesca manifestación para exteriorizar el juicio político popular. No ha debido acordarse esa desmovilización porque ya era una decisión que se había tomado y lo más importante es que no la habían propuesto dirigentes políticos, sino la propia gente del pueblo. No podemos aceptar el chantaje de que la protesta es violencia, ya que la oposición ha demostrado manifestar en forma pacífica y no tener colectivos armados.
Se entregó la ofensiva parlamentaria que contaba con la mayoría de los diputados democráticos y, en consecuencia, se paralizó el juicio político de la Asamblea Nacional, que ya había establecido responsabilidades a Maduro. Se entregó la mayoría absoluta del parlamento porque se produjo la destitución de los tres diputados de Amazonas y se dejó a ese estado sin representación alguna, además del número de parlamentarios para tomar decisiones de la mayor importancia como faculta la Constitución.
Se entregó la presión que a nivel internacional se venía ejerciendo y se ha suspendido la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. Ahora se ha planteado un consejo permanente en la Organización de Estados Americanos, pero no para que continuara el proceso de aplicación de la Carta, sino de darle apoyo al diálogo ficticio.
Se entregó el referendo revocatorio presidencial y las elecciones presidenciales.
Y se entregó la Constitución porque se ha impedido hasta ahora que la movilización en todo el país se mantenga como un derecho que nos confiere el texto constitucional. Se dejó de rehenes a los presos políticos porque nunca se menciona en el documento de la reunión esta condición de los disidentes, sino que se habla de detenidos cuando sabemos que se encuentran secuestrados, sometidos a vejámenes y privados de todos sus derechos.
Con profunda dignidad estos luchadores, como Leopoldo López y los demás que conforman una enorme lista, han dicho que su conciencia está por encima de su libertad y que no aceptan que los utilicen como fichas de intercambio porque su objetivo es la libertad de Venezuela. Y, además, se perdió la ruta unitaria, que era el rumbo definitivo para salir de esta dictadura mediante vía democrática y constitucional. Obviamente, los términos utilizados en la declaración demuestran el fracaso que ya habíamos advertido para la posición democrática.
-Ya algunos factores de oposición habían cuestionado a José Luis Zapatero como mediador porque usaba aviones del Estado venezolano para movilizarse. ¿Cómo entender, entonces, que se mantuviera como uno de los auspiciadores de las conversaciones?
-Zapatero fue muy reiterativo en sus declaraciones durante sus viajes a Venezuela de que no era importante si había o no referendo revocatorio. De hecho, ya podíamos presagiar que ese derecho que tenemos no iba a ser tratado como debía abordarse. Y ni siquiera se hace referencia en el documento del fin de semana. Y también fue muy vaga la posición de Zapatero como el de los otros invitados a ser mediadores respecto a los presos políticos. Se trata de un individuo que es amigo de Maduro, desde que éste era canciller y aquél jefe del gobierno español. Nosotros lo advertimos con suficiente tiempo. Dijimos que no se puede aceptar mediadores que no fueran imparciales, neutrales. No se puede ser ingenuo. Esto que se ha dado en llamar diálogo fue un parapeto que se montó en Cuba. Y ya sabemos lo que se puede esperar de allá: mantener el apoyo a Maduro.
-¿No se puede creer en un diálogo con este régimen?
-Ya habíamos advertido que con este régimen no se puede hablar. Porque no tiene palabra: no va a cumplir nada de lo que ofrece. El diálogo puede ser efectivo o perverso. Depende de los términos y de la posición de las partes. Una dictadura no dialoga. Ya estábamos a punto de salir de ella en el 2014 y también ahora en el 2016. Pero esto que llaman diálogo le echó un balde de agua fría a todo el proceso que se venía desarrollado.
-Ya se había comenzado a hablar ¿y no se produjo un cambio cuando Maduro advirtió que este gobierno no sale con votos, ni con balas?
-Es que Maduro es un dictador y esta es una dictadura militar corrupta y mafiosa que está dispuesta a todo con tal de preservar el poder. Pero nosotros somos demócratas. Cuando se mete presión en la calle, se desarrolla la ofensiva parlamentaria de la Asamblea Nacional y se logra el apoyo de la comunidad internacional, tiene que haber una salida. El objetivo es derrotar la dictadura y reconstruir a Venezuela. El liderazgo político tiene que ser amplio, firme y con una visión muy clara de hacia dónde vamos. El mejor ejemplo de que el pueblo no teme es la demostración que dieron los pobladores de Villa Rosa, en Margarita, cuando corretearon a Maduro. Y eso es lo que tenemos que hacer todos ahora. La decisión mayoritaria es lograr ponerle fin a este régimen. Y está intacta esa actitud como hace tres semanas. Pero, eso sí, la gente exige ahora confianza y garantía de que no se va a arrugar cuando se llame a una movilización seria, que no se eche nadie para atrás.
-¿Ha hablado con la Mesa de la Unidad?
-Claro. He dicho que esta es una lucha existencial y ciudadana, que no es solamente de los partidos. La indignación es generalizada. La gente me para en la calle y me dice: “esto no está bien” y pide un cambio de rumbo. Hay que reconocer los errores y retomar la ruta que nos lleve a la liberación de Venezuela.
-¿Cree que la representación del Papa entienda eso que está diciendo usted?
-Yo estoy segura de que el monseñor Claudio María Celli lo entiende, y conoce el comportamiento del régimen en los últimos días. Por eso no se puede continuar más con ingenuidad y debilidad. Venezuela está unida en el dolor, en la desesperación y en la humillación de que es víctima. Pero hay profunda conciencia cívica.
-¿Qué piensa que debe hacer la oposición?
-Tres objetivos: primero, suspender las conversaciones hasta tanto no haya un acuerdo con todos los sectores del país y replantearnos desde una posición de fuerza la salida de Maduro, para lo cual hay que fijar una fecha. Segundo, retomar la ruta; es decir, el compromiso del 26 de octubre, el cual está vigente. El juicio político de la Asamblea Nacional a Maduro y el juicio de la calle, así como la aplicación de la Carta Democrática. Y tercero, fortalecer la unidad. La Mesa Democrática de la Unidad tiene que reconocer sus errores y hay que plantearse un movimiento ciudadano para recuperar la democracia. La MUD no puede ser la opinión de tres partidos, tiene que ser ampliada con los estudiantes, con los gremios, con la Iglesia. Se acabó el tiempo de los cogollos. Ha llegado la hora de la ciudadanía.