Aunque la experiencia mundial recoge como altamente positivo la realización del diálogo como mecanismo para encontrar solución a los graves conflictos políticos, en la Venezuela de hoy el dogmatismo de los más altos funcionarios gubernamentales, expresado en el sectarismo, la discriminación política y la creencia de que el modelo económico y político que han puesto en práctica, a pesar del fracaso evidente y conocido a escala universal, cierra toda posibilidad de entendimiento y de acuerdo. La presencia del representante del Vaticano y los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Torrijos, Leonel Fernández y Samper como facilitadores para que gobierno y oposición busquen la fórmula necesaria para poner fin a la crisis que atraviesa el país, se encuentran con que al suspenderse la reunión después de llegar algunos acuerdos, el gobierno a través del TSJ los boicotea al desconocer la independencia y facultades de la Asamblea Nacional. A través de las policías continúa la represión y del discurso presidencial la incitación a la violencia, después de llamar a la paz.
En la oposición no todos comprenden las razones que motivan la posición de los representantes de la MUD, de encadenar los pasos necesarios para crear las condiciones que obliguen al régimen a realizar elecciones generales que conduzcan a una salida electoral.
El diálogo se hace difícil porque el país requiereponer en vigencia todas las instituciones que caracterizan la democracia plena. Poner en libertad a los presos políticos, regreso de los exiliados, funcionamiento del Estado de Derecho que les dé autonomía a los Poderes Públicos, que los Jueces juzguen y condenen a los culpables de delitos, por razones de verdadera justicia y no por venganza política. El gobierno no cree en la democracia y controla todos los Poderes Públicos, excepto la Asamblea Nacional.
En lo social se deben garantizar los derechos de la población de recibir servicios públicos eficientes como la electricidad, el agua y en particular una educación y una salud de calidad. Es urgente resolver el problema de la escasez y del alto costo de la vida que acosa a toda la ciudadanía y en mayor grado a los sectores de menores recursos. También es prioritario desmantelar las bandas criminales que actúan con impunidad contra el pueblo trabajador. En todo este el gobierno ha sido un fracaso y se niega a reconocer la realidad.
Y en lo económico se puede sintetizar que se requiere en el corto plazo estabilizar la economía, recuperar el ingreso familiar y crear confianza para la inversión nacional y extranjera; devolver a sus legítimos dueños las empresas y haciendas expropiadas y no pagadas; aumentar la producción de Pdvsa y nombrar una junta directiva capaz y honesta; trazar todas políticas que controlen la inflación, estimulen la producción nacional y la exportación; desmontar los controles que ahogan la economía nacional y acabar con las mafias que se han enriquecido ilícitamente y con impunidad. En este aspecto el gobierno ha sido incapaz de rectificar.
La reconciliación nacional es de interés para la vida democrática de jóvenes, adultos y viejos, pero el tiempo apremia. Si la generación política que ha dirigido el país en los últimos 17 años, responsable de la polarización y del fracaso de las políticas públicas aplicadas, no es capaz de contribuir a reconciliar a los venezolanos, Venezuela puede entrar en una crisis impredecible.
Para que los habitantes de una nación disfruten de una cultura de paz, se requiere de la formación de ciudadanos pacíficos, respetuosos del Estado de Derecho, capaces de rechazar todo llamado o simple insinuación a la violencia.