Son hijos del tramposo mayor. Facsímil de heroicidad que embardunó su uniforme con el ácido del populismo y la confrontación enfermiza. Aprendieron que jugándoselas en los momentos de mayor conflictividad política, podían obtener ventajas frente a quienes después de dieciocho años de abusos, creen que es posible una rectificación de parte de la jauría. Conocen las debilidades del adversario y las usan a su antojo. Explotan esos elementos que no hacen frágiles ante quienes no tienen escrúpulos, como prueba vemos el desabrido acuerdo presentado ante la opinión pública. Ahora nuestros presos políticos los llaman olímpicamente: «detenidos» para no agredir los tímpanos del tirano. Calladito, casi imperceptible para no enojar al inefable Jorge Rodriguez. Nada del referéndum revocatorio para este año y para colmo de males: acompañan al gobierno en la defenestración de los representantes electos del estado Amazonas. Es decir aceptaron la ilegalidad de la medida poniéndose al lado del TSJ que ha birlado todas las acciones de la Asamblea Nacional. ¡Qué horror¡
Un régimen absolutamente despiadado juega a ganar tiempo bajo el atuendo del diálogo. Ese disfraz hace que estemos atrapados en una coyuntura histórica prolija en confusiones. Este episodio quejumbroso es la marca que caracteriza la realidad nacional. Una ovalada mesa en un hotel cinco estrellas sirve de escenario para conversar con respecto al país. República que se siente lejos de esa atmósfera difusa y lleno de trapisondas; que son la vuelta de carnero de los incondicionales. Mientras platican en latiguillos de gruesa elocuencia; la nación crece en hambre y desempleo alcanzando niveles espeluznantes que nos ubican en el abismo económico. La inflación navega entre las órbitas más lejanas en donde cunde la mendicidad. Mientras los dialogantes sonríen ante la mirada profunda del enviado de su santidad monseñor Claudio Maria Celli, no tenemos alimentos ni medicinas suficientes para abastecer a una Venezuela en ruinas. Los pacientes se mueren esperando tener acceso al fármaco correspondiente, muchas familias rebuscan en la basura la poca patria que les dejaron los años del esplendor revolucionario.
Avanza el diálogo entre interminable horas sin respuestas efectivas, que le devuelvan al venezolano su derecho a vivir en condiciones adecuadas. Conversaciones ocultas en donde nadie suelta prenda, mientras el papa Francisco aconseja desde Roma. Luego el chantaje melodramático para justificarse «O conversamos o nos matamos» nos preguntamos. ¿Acaso no están matándonos de hambre? ¿Cuántos mueren en manos del hampa o por no conseguir medicinas para enfermedades de todo tipo? Entre recomendaciones y chanzas el oxigeno del tiempo mantiene al enemigo de la nación auspiciando su desgracia, alimentando con leños el fuego arrasador. Este proceso totalitario quebrantó muchos valores. Transgredió principios y hasta nos arrastró hasta el averno. Sin embargo jamás han podido acabar con el sueño de ser libres, esa condición intrínseca nos hace únicos. Otros pueblos fueron pulverizados en meses por una maquinaria de poder que los hizo esclavos de una forma alevosa de gobernar. Aquí hemos resistido con una enorme dosis de fe, somos un pueblo de raza inextinguible que no deja de luchar en condiciones difíciles.
Esperamos que los representantes democráticos que conversan con la dictadura, estén a la altura de una Venezuela que les pasaría por encima de prestarse a una traición…
[email protected]
twitter @alecambero