Nuestra lucha no es armada, por el contrario, es constitucional, pacífica y democrática. Estamos pidiendo que se realice la jornada del 20% que había sido convocada ya formalmente por el CNE para activar un referéndum revocatorio. Asimismo, pedimos que se reconozca el Poder Legislativo legitimado por el pueblo hace menos de un año y que se liberen a los presos políticos. Lo que estamos exigiendo es que se respete la constitución y se reconozca el principio de soberanía popular para que se respeten las decisiones del pueblo y este pueda seguir ejerciendo su derecho al voto. ¿Eso puede tener tregua?
Una cosa es haber suspendido la marcha a Miraflores por petición directa del Papa como gesto para iniciar un proceso de diálogo con mediación internacional, y otra muy distinta era irnos cada quien a su casa esperando que el Vaticano resuelva nuestros problemas. Más allá de lo que pase con esa mesa de negociación, la MUD debe retomar la ofensiva en su agenda de cambio electoral y rescate democrático, convocando a una jornada de revocatorio popular en todo el país, aprobando una enmienda que impida que el año que viene asuma un vicepresidente en caso de revocatoria o renuncia, y designando desde la Asamblea a nuevos magistrados del TSJ y rectores del CNE. El diálogo nunca ha significado la suspensión de nuestra lucha y quien lo haya entendido así, se equivocó. Ahora más que nunca debemos presionar.
El problema es de miopía dentro de la dirección política que hoy toma las decisiones en la MUD, la cual debe ampliarse y reestructurarse ante el evidente fracaso de esa instancia mal llamada G4. Mientras impulsamos el revocatorio fuimos incapaces de exigir elecciones regionales o de aprobar en paralelo una enmienda. “Revocatorio o nada” era la consigna. Luego nos sentamos en una mesa de diálogo suspendiendo todas las demás iniciativas y creyendo que era excluyente con la calle. Ahora amenazamos con levantarnos de esa instancia como si el problema fuera el diálogo y no nuestra incapacidad de seguir presionando. Igual error es creer que una marcha a Miraflores o un juicio político son soluciones automáticas y autónomas. Jugamos ajedrez tratando siempre de hacer el jaque mate pastor en tres jugadas, profetizando sobre fechas definitivas que llegan y se van.
¿Por qué la Asamblea no designó a los nuevos magistrados o aprobó una enmienda como prometió? Si la respuesta es el bloqueo judicial del TSJ, entonces mucho menos podrá hacer nada con el juicio político. Hay que subir la apuesta, lo hemos dicho a lo interno y de cara a la opinión pública, mover todas las piezas, jugar en varios tableros. La lucha contra una dictadura no tiene plazos ni tregua. Se debe dialogar, se debe protestar, se debe profundizar el conflicto de poderes, se debe movilizar al pueblo, se debe exigir revocatorio, pero también regionales, y también elecciones en Amazonas para reivindicar las dos terceras partes de la Asamblea, se debe designar un nuevo CNE, se deben escoger nuevos magistrados, se debe exigir el cese del estado de excepción y la entrada en vigencia de las leyes aprobadas por el parlamento, se debe evitar la ilegalización de los partidos, se debe pedir la liberación absoluta de los presos políticos. El objetivo es uno solo: el cambio político para la reconstrucción de Venezuela y su democracia. Pero la estrategia debe ser global, envolvente, permanente y multidimensional.
Necesitamos más líderes y menos candidatos, más agenda y menos discurso, más resultados y menos fechas, más unidad y menos comunicados. Necesitamos una dirección política de verdad. La MUD es un patrimonio de todo el país, es un activo de propiedad colectiva en la que convergen el esfuerzo de muchísima gente y los aportes de muchas organizaciones. La MUD es la semilla de la nueva democracia por lo que debemos sembrarla bien y corregir en este momento cualquier desperfecto. Retomemos la ofensiva popular. Hagamos historia.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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