En estos días nos ha tocado presenciar todo lo relativo a la tan anhelada negociación de paz en la Republica de Colombia, y así concluir las conversaciones sostenidas entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC), cuyo escenario escogido fue la Habana Cuba, con el apoyo del castro-comunismo.
Para completar o finiquitar este asunto, se realizó un acto protocolar en la ciudad de Cartagena de Indias en Colombia donde se procedió a firmar el acuerdo en cuestión, así como también se convocó a un plebiscito electoral, de tal manera que la población pudiera refrendar todo el contenido de lo acordado entre las partes.
El resultado del plebiscito fue evidente, a pesar de la alta abstención ( 63.5%) la población sufrago mayoritariamente por el NO (50.21%), lo cual en modo alguno pudiera interpretarse como un rechazo al acuerdo de paz, sino más bien, a las condiciones allí establecidas, las cuales se perciben revestidas de una alta dosis de irreverencia y de impunidad.
Así tenemos, que en las distintas conversaciones y acuerdos se ha insistido mucho en el alto al fuego, en deponer las armas, en abandonar las áreas y tierras ocupadas por la guerrilla, en liberar a las personas secuestradas, en su reinserción en la sociedad, pero no se conoce ni se ha mencionado, si van a abandonar las actividades vinculadas con el narcotráfico.
Por otra parte, se tiene conocimiento que estos señores de las F.A.R.C. han exigido además, que se les permita incursionar como movimiento político democrático, que se les garantice una determinada cantidad de curules en el Parlamento Nacional, unas cuantas emisoras de radio y plantas de televisión, y actuar en libertad y sin limitación alguna.
Ahora bien, quienes de verdad aspiran a un acuerdo de paz transparente, justo y sincero no logran entender, como lo hasta ahora conocido plantea una impunidad total, la elegibilidad política de personas acusadas de delitos de “ lesa humanidad “, el ocultamiento de una gran cantidad de secuestrados de quienes nada se sabe, al igual que miles de niños reclutados por las F.A.R.C. que no han regresado a sus hogares, y ni hablar de los 260.000 muertos o desaparecidos y más de 7/ millones de desplazados.
No obstante, después de lo ocurrido el pasado 02 de Octubre lo único nuevo en el escenario ha sido el Premio Nobel de la Paz al Presidente Juan Manuel Santos y el interés del Primer Mandatario en establecer un acuerdo de paz con el ejercido de liberación nacional (E.L.N.), para lo cual han escogido la Republica de Ecuador como asiento de las conversaciones.
De tal manera, que el acuerdo que regrese la tan anhelada paz al pueblo colombiano pareciera complicarse, por la poca claridad del contenido del convenio, por las exageradas exigencias de unos forajidos que inundaron de muerte y de dolor a toda la población, apadrinados por el castro-comunismo y sus secuaces, y por la firme disposición de un pueblo dispuesto a NO permitir que reine la impunidad.
Cabe destacar la importante participación que han tenido en este debate los ex – Presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, los cuales han asumido el papel de voceros de la población que desea a todo evento la paz, la convivencia, el exterminio de la violencia, pero sin renunciar a la aplicación de la justicia a toda esta legión de criminales que tanto daño causaron alrededor de 50 años.
En conclusión, todos estamos obligados a hacer votos por la paz y la reconciliación de Colombia, para ello la Santa Sede del Vaticano también se encuentra presente, pero bajo ningún concepto debemos permitir, que el precio a pagar por el logro de este sueño sea, exonerar o absorber de culpas a estos asesinos, los cuales deben purgar culpas por los delitos cometidos. Valor y Pa´lante.
