¿Elecciones adelantadas? #LosEscenariosDelPaís

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La crisis venezolana se agrava cada día y está presente en cada uno de los hogares venezolanos. La situación económica es desesperada para la gran mayoría, al tiempo que la crisis política está aún lejos de resolverse debido a los pocos resultados que hasta el momento se han visto con el diálogo auspiciado por Unasur y el Vaticano.

Ante la muerte del referendo revocatorio, la solución electoral se encuentra paralizada por los momentos, y políticamente es difícil que pueda activarse dado el alto costo que tendría para el Gobierno la revocatoria del mandato a Maduro, tal como lo apuntan todas las encuestas. En este contexto, la oposición ha planteado la posibilidad de convocar elecciones generales adelantadas como vía para resolver la crisis.

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A continuación, vamos a analizar la viabilidad de esta propuesta, que ha despertado interés en el país. Un adelanto impli- caría el funcionamiento de la institucionalidad democrática que actualmente se encuentra desmantelada. En este proceso, la actuación de la Sala Constitucional sería clave para permitir este tipo de elecciones, si por ejemplo se decidiera activar una enmienda constitucional que recortara el mandato de todos los cargos públicos. Otra opción sería la renuncia de todos los funcionarios de elección popular, que a la luz de la situación actual parece totalmente improbable que esta última circunstancia pueda ocurrir.

Otra vía sería un referendo consultivo, en el que se pregunte a la población si está de acuerdo con la relegitimación de todos los cargos de elección popular. Esta alternativa sería la más larga, pero con mayor legitimidad, y la principal traba es que depende en gran medida del mismo poder electoral que impidió la realización del referendo revocatorio.

En Venezuela ya hubo un antecedente en el año 2000 cuando, tras la Asamblea Nacional Constituyente y la aprobación de la Constitución de 1999, se produjo una  relegitimación de poderes” que permitió a Hugo Chávez conquistar los espacios nacionales y regionales y municipales que le fueron esquivos en 1998.

Hay que ser muy cuidadosos en este momento, porque en procesos de transición “el cómo” es lo más importante, y de él depende el éxito y viabilidad del proyecto político que se desea implementar. En este caso, si la oposición quiere ser gobierno debe blindar ese “cómo” para lograr el mayor consenso posible en torno a su propuesta, que sin lugar a dudas, debe contemplar un gobierno de unidad nacional, que incluya incluso a los sectores que no forman parte de la MUD.

En definitiva, la población desea una solución electoral al conflicto político que mantiene en vilo al país, y es necesario actuar con el sentido de urgencia que la situación requiere. La negociación implica ceder en algún punto de honor para cada una de las partes. Por los momentos el Gobierno está ganando la partida porque estas semanas le han permitido ganar un tiempo precioso para consolidar su hegemonía y la MUD corre el riesgo de perder credibilidad frente a su electorado, cuya consecuencia más inmediata es la desactivación de la protesta y la presión social.

La resolución pacífica de las crisis pasa necesariamente por las urnas electorales. Es decir, los acuerdos que surjan de la mesa de diálogo para poner a este desgastante conflicto, que amenaza en terminar en una violencia política de impredecibles consecuencias. Pero, habida cuenta que el chavismo arrasó la institucionalidad democrática, corresponde a las partes acordar un cronograma para la designación de los rectores del Consejo Nacional Electoral cuyos períodos vencen este año, así como el nombramiento de  nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia de acuerdo con lo pautado en la Constitución Nacional. La despartidización de los poderes públicos allanará el camino para una transición pacífica hacia un sistema auténticamente democrático, basado en el apego al orden constitucional y respeto a los derechos humanos. Ojalá que el Gobierno entienda que lo contrario a una salida electoral es la violencia, y la violencia arrastra tras de sí incluso a sus propios promotores. Apostemos entonces por un diálogo con resultados concretos y soluciones para los venezolanos. Amanecerá y veremos.

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