Desde que el Estado venezolano decidió monopolizar la importación del papel periódico, a través de la Corporación Maneiro, ente adscrito a la Secretaría de la Presidencia de la República, resulta toda una odisea la obtención de la materia prima para circular a diario.
A solo pocos días de lo que pareciera el inevitable cierre de la edición impresa de este medio de comunicación, próximo a cumplir 113 años de existencia, se nos limita una vez más el insumo elemental para poder trabajar. Vemos con estupor, cómo los medios afectos al Gobierno multiplican sus páginas y no acusan ningún tipo de restricciones a la hora de la obtención del papel, mientras que a otros, de línea editorial independiente, se les niega.
Esta semana que se inicia será crucial. La amenaza de interrumpir la circulación vuelve a atormentarnos, puesto que el cuentagotas usado para surtirnos de papel pareciera haberse obstruido, y a pesar de nuestras innumerables solicitudes, solo se nos ha informado que “cuando llegue el papel, se les avisará”…
La libertad de expresión, el acceso a la información, el libre juego de las ideas, así como el derecho al trabajo constituyen, en suma, un derecho humano que evoluciona en el mundo moderno y está asociado a la libertad, tanto individual como colectiva. Es por tanto, menester indispensable para garantizar transparencia en la gestión pública y procurar así la perfectibilidad de las democracias, cada vez más expuestas al escrutinio del ciudadano global.
Hacemos, por tanto, un llamado urgente a la sindéresis. No es lícito, ni democrático, que una tradición de 113 años, como la de esta casa editora, con más de 180 trabajadores, penda de los sigilos discrecionales de una cartera burocrática. Menos aún, cuando estamos siendo escrutados por el planeta entero, en los tan mentados “diálogos” para el mantenimiento de una golpeada democracia.
Por lo pronto, estamos en manos del Gobierno.