La suerte de la selección de Venezuela parece ya sentenciada. Con apenas dos puntos de 30 posibles, sus opciones clasificatorias al Mundial Rusia 2018 son prácticamente nulas. Por eso, cada presentación suya es una especie de trámite, pese a que restan todavía ocho jornadas del ciclo eliminatorio. Ahora bien, hay una asignatura pendiente, la de sumar el primer triunfo, y procurar completarla este jueves al recibir al también colista Bolivia, en el estadio Monumental de Maturín (7.30pm).
La oncena nacional cuenta por derrotas ocho de sus diez presentaciones, el último par de ellas durante el mes pasado, cuando cedió 3-0 ante Uruguay y 0-2 frente a Brasil, para acrecentar su crisis y continuar enterrada en el foso de la clasificación. Se trata del peor desempeño de un seleccionado criollo en las primeras diez fechas desde el proceso de clasificación para Francia 98, cuando comenzó el formato todos contra todos que sigue vigente.
No pudo Noel Sanvicente encarrilar al menos un triunfo y tampoco lo ha logrado Rafael Dudamel, quien lo sustituyó meses atrás y acumula un empate y tres caídas. Lo más cerca que ha estado de una conquista fue tres jornadas atrás, cuando recibió a Argentina en Mérida, llegó a colocarse 2-0 al frente, pero hizo aguas en defensa y terminó por ceder un amargo empate 2-2.
Tiene ahora una enorme oportunidad. Si hay algún rival que parece estar al alcance de la Vinotinto es Bolivia, otro conjunto de paso irregular, que, además, llega golpeado por los recientes castigos de la FIFA, despojado de cuatro puntos, por alineación indebida de un jugador naturalizado que no cumplió los trámites regulares.
Claro está, decir que hoy por hoy Venezuela está por encima del elenco boliviano es incurrir en una mentira. Los del altiplano aparecen de penúltimos con cuatro contables, pero antes de la sanción acumulaba ocho, producto de par de triunfos, igual número de empates y seis derrotas.
Por eso no es pertinente creer que para la tropa de Dudamel el encuentro de esta noche será un “pan comido”.
Eso sí, más allá de estar eliminada, la selección venezolana tiene la obligación de sumar la victoria, por necesidad de resultados positivos y por salud del grupo, que no aguanta otro revés más. Y debe lograrlo pese a las sensibles bajas que acusa, al no disponer de tres fichas clave: el atacante José Salomón Rondón, más los mediocampistas Alejandro Guerra y Juan Pablo Añor, todos lesionados.
Debe echar mano el DT nacional de sus hombres de recambio y puede ser la oportunidad que tanto han esperado Rómulo Otero y Christian Santos para brillar con luz propia dentro del combinado criollo. El mediocampista, un excelso cobrador de tiros libres, vive un presente dulce con el Mineiro de Brasil, mientras que el atacante viene de marcar su primer gol con el Alavés en la primera división española. Ambos pudieran unirse a una línea de ataque en la que han sido habituales en tiempos recientes Adalberto Peñaranda y Josef Martínez.
Aunque pareciera que el principal dolor de cabeza no es rearmar el ataque. Allí hay talento y por ende las esperanzas afloran. Las dudas, más bien, se dirigen hacia la zona defensiva, una línea que ha carecido de solvencia tanto en el ciclo de Sanvicente como en el de Dudamel, con reiterados errores que han sido bien aprovechados por los rivales de turno.
No hay dudas, serán mayores las posibilidades de cargar con el primer triunfo si la defensa tiene un juego impecable, libre de máculas, y evita las anotaciones tempraneras que en anteriores presentaciones han puesto el camino cuesta arriba.
Ojalá el estado del césped en el Monumental no sea un enemigo más. Versiones de periodistas que han estado en el escenario indicaron que la grama tiene muchas zonas destapadas y no es la mejor para la práctica del fútbol, pese a los intentos de la organización por aplicar un maquillaje de última hora.
