Como lo temí, el diálogo entre el gobierno y la oposición venezolanos, no parece que vaya a darse, ni siquiera va a pasar de ese primer llamado encuentro exploratorio. El régimen, por boca de sus dos más conspicuos líderes, Maduro y Cabello, ha acabado en pocos días, con el esfuerzo de mediadores y de losrepresentantes de la MUD. La negativa a convocar el referendo revocatorio y a liberar los presos políticos; llamar terroristas a los dirigentes de Voluntad Popular por solo querer protestar, derecho absolutamente constitucional y negar la nacionalización de las medicinas que Cáritas trae al país, indiscutiblemente dinamitan cualquier esfuerzo de acercamiento entre las partes.
El diálogo está en peligro de morir. Su aniquilamiento frustraría las esperanzas de quienes creían queel régimen venezolanodialogaría.Las declaraciones al diario La Nación de Buenos Aires, por parte de uno de los mediadores (acompañantes se autodenominan ellos) de El Vaticano, monseñor Claudio Celli, confirman este temor.Dice textualmente monseñor Celli, en frase escalofriante, “si fracasa el diálogo nacional, el camino podría ser el de la sangre.”Celli declara, además, algo muy serio, doloroso e increíble, “hay gente que no tiene miedo de que haya derramamiento de sangre. Esto es lo que me preocupa.” Y es cierto, pareciera que el régimen está dispuesto a todo, incluso a matar y a morir, en la defensa de lo que ellos denominan “revolución”, en una actitud fratricida y suicida a la vez que no tiene sentido. El Santo Padre desea, como es su obligación, detener esa violencia y la espiral que pueda generar. La violencia produce más violencia y si no se le detiene puede devenir en una tragedia de dimensiones colosales. El Papa está dispuesto a jugárselo todo por el destino de Venezuela, por la paz y el entendimiento. Gracias Santidad. Venezuela ha sido siempre pacífica y constructora de acuerdos en otros países hermanos, merece esa ayuda. No es el Papa el que gana o pierde ha dicho el mismo Celli, “sino es el pueblo de Venezuela el que va a perder.”
Ciertamente el Papa ha tomado un riesgo serio, pero su misión es, como pastor de la Iglesia universal, resguardar las vidas y buscar edificar una paz duradera en nuestra patria.
La diplomacia es una forma civilizada de ponerse de acuerdo conscientemente, reconociendo los derechos del adversario y eliminando cualquier exclusión que se quiera plantear. Decir, como lo ha dicho Maduro, “la oligarquía no volverá a Miraflores ni por las balas ni por los votos” es no leer correctamente lo que ocurre. El país, mayoritariamente, desea una solución a la crisis tan grave que vivimos y se ha planteado una salida democrática, electoral y constitucional. Llovieron críticas a la MUD, incluyendo la mía, por el diálogo surgido repentinamente, sin mucha explicación, pero hoy le doy mi respaldo, al esfuerzo sobre humano que realiza y como ha dicho monseñor Celli, Dios nos ayude porque Venezuela está en grave riesgo de derramar sangre.
