La necesidad de volver a enlazar los hilos rotos entre los ciudadanos a través del diálogo social fue el tema sobre el cual se tejió la nueva edición del conversatorio El canto de la esperanza, resuelta este martes en la Sala Alternativa de El Impulso con el apoyo de la Fundación Juan Carmona.
Para escudriñar cada factor y dejar claro lo imperante de recuperar el encuentro entre ciudadanos, estuvieron como invitados el psicólogo y pastor Álvaro Rea, la abogado Xioely Gómez Torrealba y la socióloga Yonaide Sánchez.
El grupo Serenata Voice precedió con la interpretación de dos temas la presentación de Sánchez, quien ubicó al público en la historia para explicar que la capacidad de dialogar se perdió en buena medida entre los venezolanos con la instauración del rentismo petrolero porque fracturó la necesidad de asociaciones. Se produjo, en cambio, “una especie de conversación muy asimétrica entre un gobierno muy rico y unos ciudadanos muy pobres”.
Concluyó su intervención con la cita de un cuento chino infantil cuyo mensaje fue una invitación a ser solidarios, a crear espacios de civilidad, compartir, pese a las diferencias y obstáculos.
La idea de Sánchez encajó también con la percepción de la abogada y docente de la UCLA, Gómez Torrealba. “La idea que queremos desarrollar en el ‘Canto de la Esperanza’ es que podemos vivir en un ambiente diferente, en una sociedad donde cada uno de nosotros pueda encontrarse con sus semejantes y una de esas formas es el diálogo porque este es el espacio natural para encontrarnos con el otro y ese diálogo implica el desarrollo de la empatía, la tolerancia, la solidaridad”, afianzó.
Recordó que el conflicto siempre estará presente en las sociedades porque es “una exteriorización de la libertad humana” de pensar y actuar diferente. La idea es tratar esas divergencias sin violencia, capacidad que en el país se está perdiendo, según la observación de la abogada: “Desde hace mucho tiempo no nos hemos sentado las distintas partes de la sociedad a pensar, a abordar cuál es la Venezuela que queremos. Hemos estado tan inmiscuidos en una situación de crisis, en la satisfacción de las necesidades fundamentales que hemos descuidado ese encuentro con el otro y eso es lo que nos ha llevado a alcanzar estos niveles de violencia”.
Restablecer el diálogo social como una forma de hallar soluciones y crear ambientes armónicos, dijo, depende fundamentalmente de la familia porque “la semilla de la violencia y de la paz tienen un mismo matero y es la familia. Nosotros escogemos qué semilla vamos a sembrar”.
Por su lado, el pastor Rea cerró el foro definiendo la desesperanza aprendida, un costal de pesimismo con el que cargan muchos venezolanos y que, según explicó Rea, surge cuando la persona actúa y no se dan los resultados esperados.
Inicialmente, el individuo cree que la falla es personal, luego algo pleno o general y por último una circunstancia permanente. De allí que la persona acabe en un estado de inactividad y sumida en el desánimo.
Para salir de este estado, recomendó el psicólogo, es útil buscar argumentos que lo contrarresten o hacer una lista de elementos negativos y una de fe y confianza, pero, sobre todo, crear conexiones. “Necesitamos acompañarnos, sentarnos a hablar, animarnos mutuamente. Aislarnos no nos beneficia para nada”, reflexionó.