Raul Herrera: “Estoy de acuerdo con el diálogo, pero no con un cheque en blanco”

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Paz, diálogo y mediación, son tres de las palabras más sonadas en las últimas semanas, pero estas, inevitablemente van acompañas de otras como democracia, justicia y Estado de Derecho.

Al respecto, el padre jesuita Raúl Herrera, párroco de la parroquia universitaria de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y director  del Centro para la Paz y los Derechos Humanos de la UCV, sostiene que “todos los venezolanos anhelamos la paz, seamos de izquierda, derecho o centro, pero el problema se complica cuando se comienza a usar la paz como una fachada que encubre una realidad de deterioro colectivo, es decir, se usa la paz como un comodín y eso es un uso perverso de la paz”

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Subraya que no se puede hablar de paz sin garantías de derechos humanos y, por tanto su consecución requiere del esfuerzo de todos los ciudadanos.

-La paz tiene que ver con las condiciones dignas de vida. El Estado, por obligación Constitucional está llamado a garantizar esas condiciones dignas, como salud, educación, comida, seguridad y esos son derechos humanos… Al no garantizarlos por acción u omisión,  el Estado viola los derechos humanos.

Expresó que en la sociedad se ha instalado una concepción negativa de paz,  la cual sólo es posible alcanzar a través de las armas y la violencia, lo cual es un concepto errado.

El religioso y defensor de los derechos humanos tomó palabras de Johan Galtún y señaló que para lograr una paz positiva y real es preciso identificar las distintas formas de violencia en la sociedad y tomar los correctivos necesarios para abordarlas, desmontarlas y ganas espacios de paz para Venezuela. Lastimosamente,  el sentido negativo ha prevalecido y ganado terreno.

-¿Cómo lograr paz en Venezuela cuando existe resentimiento y  armas, que incluso están en manos del mismo pueblo?

-En Venezuela sucede un daño terrible y sus efectos los hemos vivido a lo largo de estos dos últimos años. Esto no comenzó con el actual régimen, viene de atrás. Se  ha intensificado terriblemente el desencuentro entre los ciudadanos, esa capacidad de desconocer al otro como otro distinto de mí, aunque al final somos hermanos venezolanos, esa ruptura del  tejido social es la consecuencia de la erosión que ha resultado en los últimos años.

-¿Cómo recomponer el tejido social?

-Es un largo camino, pero creemos que la educación es un excelente instrumento para que, desde temprana edad y con personas como los educadores, formemos ciudadanos con los cuales desmontar mecanismos de violencia que no sólo son externos. La violencia también se ha hecho presente en las subjetividades de los venezolanos, en las agresión, impaciencia y angustia terribles, por no encontrar un alimento, una medicina o cualquier otro conflicto…. Desde el Centro para la Educación y Paz, estamos empeñados en hacer que las personas conozcan los derechos humanos, porque creemos que eso toca fibras de la conciencia ciudadana.

 -¿Aún hay ciudadanía en Venezuela, vista desde los valores?

-Tenemos un fuerte déficit de ciudadanía, porque Venezuela ha sido un país de una cultura rentista, basada en el petróleo, donde se ha creado la conciencia de que el papá Estado me lo tiene que dar todo y eso nos ha empobrecido como ciudadanos. Es parte del déficit que tenemos que solventar para fortalecernos. La educación será una herramienta importante… Lo bueno de la crisis es que nos obliga  a tomar conciencia ciudadana y a buscar formas distintas a la diatriba política, que aunque la solución de la crisis es política, los ciudadanos no podemos sólo ser espectadores. Debemos buscar formas alternativas que estén en el marco constitucional y que permitan la expresión de la gente.

-¿Cómo dejar de ser espectador cuando aún existe temor de salir a la calle motivado a los antecedentes represivos?

-La manifestación de calle no es la única manera de expresarse. Mahatma Gandhi habla de la no violencia activa y de eso se trata, de hacer plantones y no sólo protestas de calle, de aplicar el repudio sistemático bajo formas de presión que van desde el cacerolazo, que parece inofensivo pero es expresión sorda de la ciudadanía, hasta las huelgas que del sector estudiantil… También los distintos gremios que padecen los vicios de la desinstitucionalización del país pueden hacerlo. Las organizaciones en el campo de  la salud, la alimentación y la seguridad,  pueden aplicar la no violencia activa. La calle es una forma de presión y no hay que abandonarla  porque está consagrado en la Constitución el ejercicio a la protesta pacífica.

-¿Y dónde queda la represión y la presión laboral, por ejemplo?

-Que el gobierno responderá con represión y que ha aplicado resoluciones que permiten el uso de armas letales en las protestas, es cierto, pero son mecanismos extremos contrarios a los derechos humanos y a lo establecido en la Constitución… Por miedo no podemos renunciar a un derecho. Es cierto que, como dice la gente, el miedo es libre, pero también es verdad que en la medida en que te dejas ganar por el miedo, cedes el ejercicio de tus derechos, permites que el Estado venezolano viole tus derechos y te arrincone.

-¿Cómo decirle al ciudadano que el Gobierno sí reaccionará ante actos de no violencia activa?

-Ahorita hay una mesa de diálogo, a la cual se incorporaron el  Vaticano y los expresidentes de los estados de Unasur (Unión de Naciones Americanas)  y llega esa propuesta en el momento en el que se hizo la Toma de Venezuela. En Caracas fue una gran demostración de fuerza sobre la autopista Francisco Fajardo y eso se vio.

-¿Evalúa el diálogo como un instrumento que conduzca a la paz?

– La participación del Vaticano es una garantía, porque participa con condiciones…Le piden al Vaticano su intervención, pero la institución no se metería en ese diálogo sin conocer lo riesgos que corre, incluso de ser manipulado por alguna de las partes, para sacarle provecho político. Otra lectura es que no tendremos nunca condiciones factibles para un diálogo, por lo que hay que aprovechar todos los resquicios, aún a sabiendas de que cualquiera de los dos puede darle una patada a la mesa, que creo puede ocurrir…Pero al mismo tiempo la presión internacional está puesta sobre Venezuela, lo que significa que si alguno de los dos le da una patada a la mesa, la iglesia quedaría muy mal a nivel internacional, lo que también es una forma de presión. A nivel interno no podemos quedarnos sentados, esperando a ver qué pasará en la mesa de diálogo, tenemos que seguir haciendo presión. De lo contrario el gobierno gana terreno y seguirá en su agenda de mantenerse en el poder a como dé lugar.

-¿Pero está de acuerdo con el diálogo?

-Yo estoy de acuerdo con el diálogo, pero no con un cheque en blanco. El diálogo requiere unos prerrequisitos. Creo que el hecho de que  hayan suspendido el Referendo Revocatorio es completamente violatorio del ejercicio de los ciudadanos al sufragio, además que el CNE, que debería estar al servicio de todos los venezolanos, asume una postura parcializada políticamente. Además está la actuación del Tribunal Supremo de Justicia, a favor de que no se realice el referendo revocatorio, al margen de la ley… De antemano, los voceros del gobierno han estado diciendo que el referendo revocatorio no sería este año. Ellos dentro de su agenda tiene claro que si dejan el poder no quedarán impunes, debido a todo lo mal que han hecho en este país. Pero si el gobierno siente la presión, como la ha venido sintiendo de parte de los ciudadanos, tendrán tres posibilidades: escuchar lo que dice el pueblo, someterse a la vía constitucional y responder con la represión… Un gobierno como éste, que se ha caracterizado por la alianza cívico–militar, como lo dijo (Hugo) Chávez, ha terminado siendo más militar que cívico. Si vemos en manos de quién están los ministerios, reconocemos que es en manos de militares.

-¿Ese carácter más militar que cívico, permite una cultura de paz?

-Yo diría que la Fuerzas Armadas han adquirido un desprestigio terrible, como institución, y con esto no nombraré a nadie en particular. Creo que tienen una gran oportunidad para recuperar el lugar que les pertenece dentro del sistema democrático, porque por Constitución son garante de la paz en la nación.

-¿El reciente mensaje televisivo del ministro Padrino López,  promueve la cultura de paz?

-No. En lo absoluto…  La forma como el General Padrino López, ministro de defensa, se presentó para dar las declaraciones era un mensaje de intimidación. Los que vimos y escuchamos ese discurso, pensamos que hubo una exageración intencional. Quienes tienen las armas, por mandato, son ellos, y se supone que son garantes de la paz en el país, pero no la paz romana que se impone por la vía de  la fuerza, tiene que ser la paz ciudadana, establecida en la Constitución.

– ¿El asedio del gobierno sobre industriales y empresarios como Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar, promueve la cultura de paz?

–No. El gobierno tiene una lógica en la que piensa que el mal que aqueja al país es la guerra económica, producida por los empresarios, que además piden divisas que son usadas de manera inadecuada, por eso piensan que deben seguirles la pista a ver qué hacen… Son empresas productivas pero el gobierno les responde de manera intimidatoria, lo que es una respuesta al margen de toda promoción de paz. El gobierno da un discurso de paz, pero la práctica no es así… En Caracas ya pusieron la Cruz de Navidad,  ya ponen aguinaldos y andan diciendo en el puerto acaban de llegar víveres navideños. El presidente Maduro dijo que la navidad tenemos que iniciarla en noviembre. Harán todo lo posible para mostrar un ambiente de que aquí no pasa nada… Pero contra la realidad cotidiana nada puede. La paz no se va a lograr porque se resuelva la carestía de una parte de la población o le den vivienda. Mientras esa discriminación  exista habrá cada vez más conatos de protesta. Mientras mantengan una actitud intransigente frente a las demandas de la oposición, pensando que son grupos desestabilizadores, iremos por muy mal camino y de espaldas a la paz.

-¿Cuál es el mensaje que brinda a los lectores para que promuevan esos espacios de paz?

-Creo que en este momento tenemos una gran necesidad de encontrarnos con esa dimensión de paz que nos activa para la defensa de la vida, porque lo que está en juego es la vida. La paz sólo será posible en la medida en que los ciudadanos apuesten por la democracia, porque los derechos humanos sólo son posibles en un Estado de derecho y la democracia es un Estado de derecho, de justicia y paz.  La invitación es a asumir el rol de ciudadanos,  que busquen en su propia conciencia el aporte que como ciudadanos están dando para contribuir a esta paz que el Estado sistemáticamente ha negado a través de acciones concretas.

 

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