“Di a todos mis amigos que soy siempre el mismo…
Diles que la amistad tiene en mi corazón un templo y un tribunal a los cuales consagro, mis deberes, mis sentimientos, mis afectos…
Por último… Diles que la amistad es mi pasión”.
Simón Bolívar
Entre los principales atributos que tenemos en la Red de Instituciones Larenses, está el gran valor que profesamos a la amistad. Cuando la situación lo amerita nos accionamos automáticamente. Actuamos bajo el dictamen de la fábula de los “Tres Mosqueteros”… ¡Todos para uno y uno para todos!
Así nos constituimos en una sola persona desde que el apreciado Alberto Gallegos, junto a su señora esposa Eloísa Hidalgo de Gallegos, y de su hija Adriana, tuvieron un aparatoso y lamentable accidente en la avenida Nectario María, de esta ciudad de Barquisimeto; mejor conocida como la Ribereña.
Los aquilatados principios y valores de Alberto Gallegos constituyeron el impulso necesario para que gran parte de la sociedad civil, integrante de diferentes extractos de la colectividad larense emprendiera el apoyo imperioso para colaborar en lograr vencer los obstáculos y conseguir los medicamentos e insumos necesarios para sortear la oprobiosa situación que enfrentamos los venezolanos en el área de la salud, y que se ha descrito como una “Crisis humanitaria” que amerita ayuda internacional.
El tortuoso camino al cual está siendo sometida la familia Gallegos constituye un llamado de reflexión y la exigencia a los funcionarios, a quienes compete, tomar los correctivos precisos de manera perentoria; tanto en el área de la salud, como en el área de infraestructura vial, específicamente, en vía descrita: La Ribereña.
Es imperioso cumplir con el precepto constitucional que garantiza “el derecho a la vida”. Se hace obligatorio actuar cuanto antes y rectificar la inclinación del pavimento en algunas zonas, a fin de evitar la formación de charcos y hasta de lagunas, cada vez que cae una llovizna sobre la ciudad.
Se debe implementar vigilancia vial en sitios estratégicos, a fin de controlar la velocidad y sancionar a los infractores; hacer cumplir decretos que, supongo, están vigentes, como por ejemplo: el de la restricción del peso de las cargas, cuyo exceso deteriora la capa asfáltica y pone en riesgo la libre circulación; restaurar el sistema de alumbrado y colocar separadores viales entre los canales de circulación.
Los accidentes que ocurren en avenida Ribereña generalmente son de un alto costo en lo que ha vidas humanas se refiere y, hacen recordar el pensamiento del General Dwight Eisenhower cuando, después del desembarco de Normandía, expresó (Palabras más, palabras menos): “Cuando se pierde a un ser querido… la pérdida es del cien por ciento.”
Este tipo de accidente no es la primera vez que sucede; ahora nos tocó a nosotros y la esperanza es que no debe volver a suceder.
Si bien es cierto que la prudencia es responsabilidad de todos los ciudadanos, no menos cierto es que gran parte de la solución está en las decisiones de quienes han aceptado regir los destinos de la República, del estado Lara y de los municipios y, es a ellos a quienes quiero recordarles:
“No deben ser como el caballo de bronce que siempre tiene la pata levantada, pero nunca da el paso”.
La solución a la grave crisis que devasta al país puede comenzar con permitirnos, a los ciudadanos, cumplir con el deber de ejercer nuestro derecho a ratificar, o revocar, a los gobernantes de elección popular. Es… “Camino de paz”.
