No sé, cuando salga este artículo –si es que sale- dónde estaremos, en qué etapa crucial para el país. Todo es incógnita. En estos días la falla de Internet para mí es constante, si acaso puedo enviar uno o un par de mensajes al día e igualmente para abrir correos. La noche del domingo 23 de octubre me desconectaron los canales extranjeros de la TV, sólo se veían y mal, algunos locales. Me he sentido como habitante solitaria en una isla perdida en el inmenso océano. Esa misma noche, a las 11:00 pm, empezó en el canal 4, con el icono de la V y un par de palmitas, una excelente entrevista del Cardenal Baltazar Porras, la entrevistadora anunció una pausa, apareció el icono de Telesur, información y publicidad que no me interesaban y me las calé, eso si, sin sonido, esperando volver a ver y oír al cardenal. Me cansé, no sé a qué horas terminaría la tal pausa si es que terminó. Es decir, fue un día y una noche donde me parece que un elfo rojito se complació en mantenerme en vilo. Sin embargo, aun en medio de esta incertidumbre, me he sentido completamente en paz.
Me dicen que las redes sociales revientan de rumores. Por fortuna, me he negado absolutamente a tener esos aparatitos que llaman inteligentes, lo mío es correo electrónico y punto, ¡qué espanto si la gente estuviera mandándome mensajitos a toda hora y en todas partes! ¡Si lo más placentero del mundo es estar donde no me alcance el teléfono! Además, tengo la ventaja de que una amiga, sí toda ella conectada a las benditas redes, me mantiene informada: “Dicen esto.. se rumora esto otro…el susodicho va a ser recibido por el Papa… lo que pasó es que entró con la tromba al hemiciclo haciendo destrozos, pero recibió una llamada del alto mando para que en 15 minutos sacara para afuera la misma tromba… sólo le quedan horas… ” y así por el estilo. ¿Dónde está la verdad, dónde está la mentira o el simple vuelo de la imaginación? Misterio insondable. Muchos se ponen nerviosos, pero yo, aun en medio de esta incertidumbre,
me he sentido completamente en paz.
¿Tendré sangre de horchata? ¡Vaya usted a saber! Lo que debo tener es piel de paquidermo y todo me resbala. O una fe y un optimismo robustos, inconmovibles. ¿Que el mundo se acaba? ¡Ay, qué alivio, al fin saldremos de esto! Que no, que es al revés: Dios le ha concedido millones de siglos más. ¡Ay, qué alivio, tendré tiempo de hacer lo que me falta! Y así un día y otro día. Todo lo que va a pasar y no pasa nada. Todo lo que va a estallar y no estalla nada. Vivimos sin saber si es vida o es muerte. Trabajamos ignorando si construimos un futuro o cavamos nuestra tumba. Caminamos sobre la cuerda floja sin lona o red abajo. Lo del revocatorio es un apasionante ritornello, si hay… si no hay… ¿Qué importa? Haya o no haya, lo que es absolutamente obvio es la terrible debilidad de sus oponentes. Se les trancó la cochina y voló la gallina de los huevos de oro. Están sin recursos, inermes y aterrados. ¡Qué estupendo juego de humor negro! Me divierto de lo lindo en medio de esta incertidumbre y estoy completamente en paz.
Sólo me angustia el hambre y la inseguridad de toda una nación. Pero me angustio en paz, ¡en medio de esta incertidumbre!
