La suspensión del proceso de recolección del 20 % de voluntades del electorado para convocar el referendo revocatorio, sin duda marca el inicio de una nueva etapa en la crisis política venezolana, cualitativamente distinta a la anterior porque en el horizonte se perfila un escenario en el que la expresión de la voluntad popular no tiene cabida.
Aún es muy temprano para determinar si finalmente estamos frente al desenlace, pero con los elementos que tenemos ahora esbozaremos algunas ideas para interpretar lo que está sucediendo.
Hasta el momento la agenda de la oposición se centró en el referendo revocatorio. Al cerrarse esta vía, la lucha se traslada a otro plano que carece de normas y procedimientos, y en el que la Asamblea Nacional se convierte en el poder legítimo sobre el cual descansa la responsabilidad de encontrar alternativas para la resolución del conflicto. El comunicado de la sesión del pasado domingo 23 señaló sin ambages que estamos frente a la ruptura del hilo constitucional.
Impedir una consulta popular que según todas las encuestas perdería eGobierno, puede resultar una estrategia muy costosa porque lógicamente los próximos pasos apuntarán a un incremento de la represión y una mayor restricción de las libertades públicas. obstante, la vía democrática no se ha cancelado (por los momentos) porque aún sin referendo es posible que ocurra un proceso de negociación política que señale el camino hacia la transición democrática.
La esperanza del inicio de un proceso de diálogo el pasado 30 de octubre en el quel Vaticano participaría como mediador, sólo duró unas pocas horas, porque la MUD desmintió poco después que asistiría a un diálogo sin condiciones con el gobierno. Además la fallida experiencia de 2014 sembró dudas en la población sobre la sinceridad de las intenciones del gobierno con este nuevo diálogo.
Ante la parcialidad denasur y el desprestigio ante un sector del país de mediadores como Zapateroel Vaticano puede utilizar su activo de su credibilidad para sentar a las partes y concretar la definición y el respeto a los acuerdos necesarios para la transición.
Todas las transiciones democráticas han pasado por un diálogo, que algunas veces ha resultado amargo y doloroso para ambas partes, pero aún en las circunstancias más adversas siempre debe estar abierta la posibilidad para encontrar una solución a un conflicto político que ha llegado a deteriorar dramáticamente las condiciones de vida de la población.
Frente a una negociación la principal fortaleza deGobierno es el férreo control institucional incluidas las Fuerzas Armadas; mientras que la oposición tiene una mayoría electoral contundente, cuya capacidad de movilización es la única forma de presión con la que cuenta.
Después de la demostración de fuerza del pasado 26 de octubre es evidente que el referendo revocatorio se convirtió en un movimiento social, que va mucho más allá de la MUD y sus partidos, capaz de activar a los ciudadanos para exigir sus derechos políticos. Por otra parte se demostró lo ineficaz que ha sido hasta ahora la estrategia del miedo implementada por el Estado.
ElGobierno se adelantó jugando duro al suspender el revocatorio, no obstante, la oposición está mostrando sus cartas y aún existe la posibilidad de que se abran algunas condiciones para un proceso de negociación que facilite la solución electoral. Hábilmente ya la MUD ha puesto sobre la mesa el tema de la convocatoria a unas elecciones generales que sin duda contribuirá a destrancar el juego. La MUD debe hacer alta política en los días por venir para evitar el desbordamiento de la situación.
En el caso de que comience algún proceso de diálogo producto de la presión popular, es fundamental sentarse con una agenda concreta y a la vez flexible, pero cuya centralidad debe estar en la reivindicación de la voluntad popular como mecanismo para resolver la crisis política. Eliminar la posibilidad de contarse abre un peligroso espacio para una escalada del conflicto. Todavía estamos a tiempo de evitarlo.