El novelista, dramaturgo y filósofo francés Albert Camus solía decir: “El artista debe estar siempre con aquellos que padecen la historia, no con los que la hacen”; y tal parece que Wilfredo Suárez, un larense dedicado a las artes plásticas desde su infancia, se ha acoplado perfectamente a esta premisa.
Desde pequeño, este señor, ciudadano común del estado Lara, revolucionario por convicción y amante del óleo, los lienzos y el pincel, mostró grandes habilidades por las artes plásticas. Un hecho que lo llevó a estudiar arte puro en la Escuela de Artes Martín Tovar y Tovar de Barquisimeto y dedicar su vida entera a aquello.
Durante su formación –cuenta Suárez- adquirió conocimientos en escultura, publicidad, cerámica, elementos de expresión, óleo, acuarela, entre otros, que le han permitido comunicar sus sentimientos, cuestionar críticamente los gobiernos de turno y transmitir, a través de sus obras, las percepciones que del mundo y de la sociedad posee.
“El arte está en mis venas –advierte- desde muy pequeño me sentí atraído por el dibujo y la pintura (…) mi padre (Elías Suárez) y mi abuelo (Pablo Suárez) fueron mis mentores”, así comenta con nostalgia, con voz pausada y el ánimo comedido, este artista de 51 años de edad que hoy -ante la “terrible crisis que vive el país”- ha convertido su arte en una forma de “protesta”, en un “medio para decirle al mundo lo mal que estamos” y para exigirle al Gobierno de Venezuela “que renuncie porque nos ha llevado a una horrible pesadilla”.
Ahora bien, a los 13 años de edad, en una época en la que considera “todo era diferente”, Suárez realizó su primera exposición artística en la sede del Colegio Nacional de Periodistas (CNP) de Barquisimeto; allí, le otorgaron su primer certificado como expositor y le auguraron una vida exitosa como creador y garante de las artes. Trabajó durante varios años en un rotativo y en algunos otros medios y agencias publicitarias de la ciudad donde se destacó como dibujante, montador de avisos, conoció todos los detalles del manejo y manipulación de la fotomecánica e, incluso, fue vendedor de periódicos; lo que recuerda con mucha jocosidad y algarabía.
Actualmente, este artista, cuyos sueños se han visto sacudidos por las “negligencias del sistema, la falta de tacto y la desvalorización del arte que ha sufrido el país” ha recurrido a los materiales de desecho, a la simpleza del carboncillo, los lápices, el chimó y las acuarelas, para narrar, a través de sus obras, “la nostalgia, la frustración y el dolor por un país que ha perdido sus mejores momentos y necesita reinventarse”.
“Mi arte es una herencia -exclama siempre con orgullo- pero ahora lo he convertido en un medio de protesta, en un medio para manifestar mi descontento con el Gobierno que, en algún momento, yo también apoyé (…) yo creí en Chávez aunque siempre fui crítico de los gobiernos (…) su mensaje, su propuesta y su idea de país terminaron por convencerme y me hicieron sentir identificado (…) pero lamentablemente todo lo prometido terminó en mentiras (…) y ahora me siento desilusionado, engañado y arrepentido”
-Sí es así ¿qué lo inspira actualmente señor Suárez?
-Ahorita no estoy inspirado, ahora solo tengo intuición y a partir de ella trabajo (…) la inspiración me la han secuestrado, la tengo por el piso y lo que me mueve es la rabia, la intuición y la impotencia.
-¿Y cómo se ven plasmados esos sentimientos en las obras que realiza?
-(…) Solo basta con mirar cada trazo, analizar la fuerza y la contundencia de cada uno de ellos para que te des cuenta la frustración que esconden (…) de hecho, he llegado a pensar que si tuviera cómo pintar en óleos, en estos momentos lo que me saldría sería puro abstraccionismo o puros Picasso.
-¿Cómo que “si tuviera”? ¿No cuenta con los materiales necesarios para trabajar?
-No, para nada. Con lo cara que está la vida, la falta de ayuda y las carencias personales que tengo en mi hogar, con mi esposa que sufre de esquizofrenia y la falta de ayudas, no cuento con otra cosa que no sea materiales de desecho, lápices, carbón y algunas acuarelas, con eso pinto, con eso trabajo.
-¿Y por qué se siente defraudado del sistema? ¿No ha solicitado ayudas en ninguna parte?
-Sí, las solicité pero me cansé de esperar y de ser ignorado. A este gobierno no le interesa el arte, ni los cultores, ni los artistas, a veces lamento no haber aprovechado las oportunidades que se me presentaron en el pasado.
-¿Qué oportunidades? ¿Recibió ofertas importantes en algún momento?
-Sí, por supuesto, en mi época de juventud tuve la oportunidad de irme al extranjero y exhibir mis trabajos, de quedarme por allá y trabajar si así lo quería, pero preferí quedarme en Venezuela (…) en ese momento, en los 80 o 90 más o menos, nadie quería irse de aquí, el país estaba bueno, no como ahora que la situación es decadente y nos quieren convertir en castro comunistas.
Unas aseveraciones contundentes pero que salen desde la verdad, desde alguien que ha estado de cerca en las filas de la “revolución” y hoy, ante tanto descontento, se permite crear, plasmar la realidad, dibujarla y desdibujarla “en lo que primero consigue”; y así, de este modo, dejar huella de lo vivido.
“En este momento yo hablo por mí y por todos los artistas de Venezuela, para que nos devuelvan el país que algún día tuvimos, nos regresen el valor que nos merecemos los creadores y nos faciliten los recursos necesarios para lograr trabajos de gran envergadura (…) así, el arte, el máximo exponente de la realidad, dejaría de mostrar una Venezuela devastada, desolada y triste como la que narran mis trabajos (…) quiero volver a mostrar la cara bonita de mi país, pero para eso necesitamos cambiar, renovarnos e inventarnos de nuevo”, concluyó.
