Inolvidable, inigualable e insustituible. Así se puede definir a una mujer que luchó sin descanso por el bien de la humanidad, por la sanación del ambiente y por la igualdad de géneros, causas que se hicieron parte de su vida y que la formaron como una de las damas más nobles de todos los tiempos. En definitiva, un ejemplo a seguir, que aún después de su partida física, sigue latente en muchos corazones…
Contrario a lo que muchos pudiesen pensar, por el simple hecho de haber sido africana, la infancia y adolescencia de esta Keniana de nacimiento, crianza y corazón no fueron tan duras, pero sí las que marcaron los comienzos de la fascinante historia de una indetenible activista política e incansable defensora del ambiente, quien en los años 70 fundó una de las organizaciones no gubernamentales más maravillosas de todos los tiempos: el famoso Cinturón Verde, que enfocaba sus esfuerzos en temas como reforestación, conservación de recursos naturales y defensa de los derechos de la mujer, esfuerzos que la llevaron en el 2004, a convertirse en la primera mujer africana merecedora de un Premio Nobel de la Paz, máximo galardón otorgado por su “contribución al desarrollo sustentable, a la democracia y a la paz», actividades que desarrolló con total devoción y que incluso, años más tarde, la hicieron merecedoras de varios cargos políticos e institucionales.
A temprana edad, aprendió inglés, se convirtió al catolicismo y se involucró en la Legión de María, donde le enseñaron a “servir a Dios, sirviendo a los seres humanos”, para luego tener el privilegio, gracias a excelentes calificaciones, de ser admitida en la única escuela preparatoria católica de mujeres en Kenia, la Preparatoria Loreto en Limuru, obteniendo años más tarde la gran noticia de haber sido seleccionada como beneficiaria de una beca para estudiar en Estados Unidos con el programa Airlift Africa, iniciativa financiada y apoyada por John Kennedy, quien para ese entonces era senador de USA.
Fue así, como ingresó a las aulas de la actual Universidad Benedictine en Atchison (Kansas), egresando con un título en biología con especialidad en química, para cursar posteriormente una maestría y dos doctorados. Su destacada formación académica, le abrió las puertas de trabajos y cargos importantes en prestigiosas instituciones como Cruz Roja de Kenia, Universidad de Nairobi, Asociación Keniata de Mujeres Universitarias, Centro Ambiental Liason y Consejo Nacional de Mujeres de Kenia.
Por otro lado, a pesar de sus infinitos altercados políticos, de sus adversarios gubernamentales y de todas las peleas por poder a las que tuvo que enfrentarse a lo largo de su vida, su lucha en pro de la libertad y la democracia nunca cesó, su voz fue escuchada a nivel internacional y sus incansables esfuerzos la hicieron merecedora de infinidad de premios y honores que la reconocían como una mujer interesante, inteligente, preocupada por el bien común y perfectamente capacitada para convertirse en la voz clara y fuerte de la justicia y de la igualdad, así como en la digna representante del poder femenino en diferentes cargos públicos.
Entre honores y laureles
– Premio al Sustento Bien Ganado
– Sociedad Mejor Mundo
– Cuadro de Honor Global 500
– Premio Goldman para el Medio Ambiente
– Premio Liderazgo Africano del Proyecto para el Hambre
– Medalla Edinburgo
– Premio Jane Addams de Liderazgo
– Medalla Offeramus del Colegio Universitario Benedictine
– Premio Arca de Oro
– Premio Juliet Hollister
– Premio Ambiente Global
– Premio Científico Conservador de la Universidad de Columbia
– Premio J. Sterling Morton
– Premio Petra Kelly
– Premio Sophie
– Premio Nobel de la Paz
– Légion d’honneur
– Doctor de Servicio Público (Grado honorario), Universidad de Pittsburgh
– Premio Ciudadano del Mundo
– Medalla Livingstone de la Sociedad Geográfica Real Escocesa
– Premio Indira Gandhi
– Cruz de la Orden de San. Benedict
– Premio Elizabeth Blackwell de los Colegios Hobart y William Smith
– Premio Imagen NAACP- Premio Presidente de Consejo (con Al Gore)
– Grand Cordon de la Orden del Sol Naciente de Japón
– Medalla del Canciller Nichols de la Universidad Vanderbilt
– Doctor en Ciencias (grado honorario), Universidad Syracuse, Nueva York
Movimiento Cinturón Verde
Este maravilloso movimiento, nació el 5 de junio de 1977, tras mostrar al Consejo Nacional de Mujeres de Kenia la verdadera necesidad de plantar cada vez más árboles en el país, iniciativa que fue apoyada y que dio su primer paso el Día Mundial del Ambiente, cuando el CNMK marchó del Centro Internacional de Conferencias Kenyatta al Parque Kamukunji a las afueras de la ciudad, para plantar siete árboles en honor a sus líderes históricos, dándole vida al “Cinturón Verde”. Esta iniciativa sirvió a Maathai para impulsar a decenas de mujeres de la zona a salir a los bosques para recolectar semillas de árboles nativos del lugar, las cuales serían posteriormente plantadas con la finalidad de promover su cuidado y conservación.
Una vez celebrada la III Conferencia Global de Mujeres, organizada por las Naciones Unidas en Nairobi, el Movimiento Cinturón Verde creció, pues Wangari logró que los funcionarios invitados observaran las guarderías de árboles que se habían plantado despertando así mucho más interés internacional. Luego, en 1986 y gracias al apoyo económico de la UNEP, la iniciativa se convirtió en la Red Panafricana del Cinturón Verde y contaba con 45 representantes de 15 países africanos que viajaban constantemente a Kenia para aprender a desarrollar programas similares en sus respectivos hogares.
“A pesar de que fui una mujer muy educada, no me parece extraño trabajar con mis manos, con mis rodillas en el suelo y con las campesinas”.
“Mientras quitas las hierbas y presionas la tierra te sientes feliz, deseoso de que la luz dure más, para cultivar más. Tierra, agua, aire y fuego se combinan formando elementos esenciales de vida, que sin duda alguna, revelan mi parentesco con la tierra”