Luis Dorante prefirió la experiencia de Gustavo Molina y le dejó el que fue el turno del juego en el séptimo inning. Cuando se pensaba en un emergente le entregó la confianza plena y el veterano, siempre con la fuerza como recurso eventual, la botó a más de media grada por el leftfield. Esas tres carreras que empujó fueron más que suficientes y sirvieron para romper la racha de reveses, salvando la serie en Margarita.
Otra vez se bateó poco, pero apareció el jonrón, ausente en muchos compromisos de esta campaña. Hasta ese séptimo tramo la visita estaba trabada como de costumbre y solo Jairo Pérez la sacó bien lejos con una mano en el segundo episodio. Cardenales no carburó en el siguiente capítulo porque Rangel Ravelo dio rolata para doble play con tres a bordo.
El otro chance claro ocurrió cuando Cedric Hunter abrió con doblete en el quinto y Molina se sacrificó. Una vez más no hubo carburación con los maderos de Querecuto y Vargas. Para continuar el brillante trabajo de los abridores Néstor Molina se mandó seis entrada en las cuales un doble de Gotta fue el único imparable que aceptó, dañándole el blanqueo en su labor. El carabobeño mostró la agresividad acostumbrada, el cambio de siempre y una curva muy efectiva, por lo cual Bravos estuvo indefenso durante toda su tarea. El mánager crepuscular envío a John Kuchno al relevo intermedio y le cumplió el norteamericano con la misma eficacia de salidas anteriores.
Sacó siete outs y se lo llevaron después de uno fuera en el noveno por un cohete de Alfonzo. Margarita colocó el empate en el plato y dos en circulación, pero Decker sorbió su cuarto ponche de la noche, con tres envíos veloces del taponero larense.
Un tablazo bastó, el ataque sigue sin dar los dividendos esperados, pero se ganó un juego que rompió la tendencia. Un toletero de experiencia ligó la conexión que tanto se espera de un club llenó de artilleros. El regreso a casa, dividiendo en oriente, es auspicioso. Ojalá el descanso le venga bien a una alineación que no termina de engranar.
