Nos crearon todos los obstáculos imaginables e inimaginables para impedir la realización del referendo revocatorio contra Maduro. Fuimos superándolos. Llegamos al final de las exigencias, la única establecida en la Constitución Nacional, la recolección de firmas en número que constituyan por lo menos el veinte por ciento del electorado nacional. Se nos exigió, para hacer más difícil este requisito, y contrariando la Constitución Nacional, que ese veinte por ciento fuera en cada estado y no nacional. Con la convicción de que lograríamos ese veinte por ciento por estado, continuamos el camino sin que nada nos detuviera. El régimen se dio cuenta que también lograríamos la meta. Era evidente que no había obstáculo capaz de detener la voluntad popular solicitante del referendo.
Como no hubo obstáculo sin superar, como no pudieron pararnos, como el país entero iba a salir en multitudes nunca vistas, se inventaron, cuando se recogió el 1 por ciento, un supuesto delito cometido por la oposición, a través de supuestas firmas falsas, personas fallecidas firmando etc. Entonces cuatro tribunales penales en funciones de control, seis días antes de comenzar la recolección de firmas, dictan medidas de prohibición de salida del país a varios dirigentes de la MUD y unas medidas cautelares paralizando la recolección de firmas. El CNE, muy obedientes sus rectoras, suspendieron el acto de recolección de firmas “mientras los tribunales se pronuncian”, hiriendo de esta manera mortalmente, el referendo revocatorio 2016. Matar el referendo era lo buscado tanto por el régimen como por el CNE. Por cierto, nadie celebró esa “victoria” como habían anunciado.
El CNE violó el derecho a la participación política de los ciudadanos venezolanos, violó el derecho al control de la gestión pública, violó el derecho a revocar a un funcionario de elección popular cuando no ha servido, tal y como lo dispone la Constitución Nacional en su artículo 62. Luego las rectoras tienen responsabilidad en la violación de los derechos humanos de los electores venezolanos, que no han podido salir a manifestar su deseo de resolver electoral y pacíficamente sus diferencias. Lo mismo ocurre con el TSJ, cuyas decisiones sobre la recolección de firmas, sobre las atribuciones de la Asamblea Nacional y la adhesión ciega y servil de ese TSJ al Ejecutivo Nacional, son muestras inequívocas de la vocación dictatorial de todo el régimen. Por eso la Asamblea Nacional en su sesión del pasado domingo 23 de los corrientes ha declarado, como es su deber, la ruptura del hilo constitucional y la existencia de un golpe de estado en la República. Ha hecho un llamado a todos los venezolanos a rebelarse contra un régimen que desconoce la institucionalidad, la democracia, la libertad y la Carta Magna. El régimen no ha rectificado. El régimen se ha ensañado contra los sectores democráticos y ha promovido la violencia como ocurrió el domingo pasado con el asalto realizado por turbas chavistas contra la Asamblea Nacional. El régimen está débil, se desmorona. Venezolanos, llegó el fin, estamos cerca de salir de esta pesadilla.