En junio, cuando Donald Trump arremetió en Twitter contra el apoyo del presidente Barack Obama a Hillary Clinton, la campaña de la demócrata se apresuró a responder con una fría réplica en tres palabras: «Borra tu cuenta».
Fue una conversación reveladora, y no sólo porque planteó el escenario de la que serían las primeras elecciones presidenciales de Estados Unidos de la era de Twitter. También reflejaba los estilos muy dispares que han empleado los dos candidatos para transmitir sus mensajes, cruzar acusaciones y hablar de forma directa a los votantes, lo que por un lado les permite eludir a los medios tradicionales y por otro depende de estos para aumentar la repercusión de sus anuncios virtuales.
Las elecciones de 2016 están tan entrelazadas con Twitter que resulta difícil recordar lo novedosa que es esta dinámica. Hace cuatro años, los candidatos Obama y Mitt Romney estaban probando las aguas de los medios sociales. Este año esas herramientas son una fuente crucial de información, política o no, para muchos estadounidenses. El 44% de los adultos dijeron en enero en una encuesta del Pew Research Center que en la última semana había recibido su información sobre las elecciones de medios sociales, más de los que citaron periódicos impresos.
«La gente utiliza Twitter para conectarse de forma más directa con lo que está sucediendo y con los candidatos de una forma en que los votantes no habían podido hacer nunca», dijo Adam Sharp, responsable de noticias, gobierno y elecciones en Twitter.
La estocada frente al mazazo
Desde luego, los candidatos se están aprovechando. Mientras que Trump dice que escribe por sí mismo muchos de sus tuits, sobre todo por la noche, el personal de Clinton reconoce escribir la mayoría de los suyos. Y Trump está definitivamente por delante en un campo: sus seguidores superan a los de su rival, 12,7 millones frente a los 10 millones Clinton.
El candidato republicano, ex estrella de los realities, recibe una gran atención de forma cotidiana por lo que tuitea y retuitea. Un ejemplo reciente fueron sus ataques contra otros republicanos o sus afirmaciones sin pruebas de que las elecciones del 8 de noviembre estarán «amañadas»
Durante las primarias de su partido, Trump atrajo una cobertura habitual de los medios por sus críticas en Twitter, que abrumaban a sus oponentes con insultos y en ocasiones acusaciones sin base.
Su estrategia no ha cambiado mucho en las elecciones generales, aunque no siempre mantiene la atención en su rival. Se refiere habitualmente a Clinton como «la deshonesta Hillary» y ha seguido criticando a los medios por decir que va detrás en las encuestas, pero también ha lanzado largas diatribas, en ocasiones a deshoras, contra una reina de belleza venezolana, la familia musulmana de un soldado estadounidense caído y un juez federal de ascendencia mexicana.
La campaña de Trump no respondió a peticiones de comentarios para este artículo.
En cambio, cuando la campaña de Clinton sale al ataque emplea Twitter más como un estilete que como un garrote. «Borra tu cuenta» es una broma popular en internet, una pulla que sugiere que alguien ha dicho algo tan bochornosamente estúpido que debería simplemente escabullirse y desaparecer. La respuesta fue un éxito inmediato recogido en blogs y sitios de noticias durante días. Generó más de medio millón de retuits.
Trump es «esa persona brusca que dirá cualquier cosa», algo que sus partidarios consideran «muy refrescante», señaló Ian Bogost, profesor de comunicaciones en Georgia Tech. Ese tuit de Clinton, en cambio, «indica a su base que está al día en internet», explicó el experto en un artículo previo en el Atlantic.
En su primer debate con Clinton el 26 de septiembre, Trump negó haber dicho que el cambio climático era un bulo lanzado por los chinos. El equipo de medios sociales de la demócrata se lanzó al ataque, retuiteando el tuit del propio Trump en 2013 en el que decía precisamente eso.
Después de que Clinton describiera a gran parte de los partidarios de Trump como «deplorables» por su sexismo y racismo, Trump recuperó un tuit de Obama en 2012 en el que decía que el país no necesita un presidente «que descarta a casi la mitad del país». Pero el empresario también ha recibido críticas por retuitear a nacionalistas blancos y difundir al menos una imagen tachada de antisemita, una asociación que Trump negó.
Tomar el timón
No sorprende que las dos campañas tengan objetivos muy diferentes en las redes sociales. Trump, que llegó a Twitter en 2009, utiliza desde hace tiempo el servicio como un canal para entrar en contacto directo con el público, promocionarse y probar las aguas políticas, por ejemplo alimentando la mentira de que Obama no había nacido en Estados Unidos.
En ocasiones, el personal de la campaña republicana toma el timón, como cuando la cuenta se solidarizó con el astro de la NBA Dwayne Wade después de que su prima muriera en un tiroteo en agosto. El primer tuit de Trump sobre el tema, 82 minutos antes, había mencionado el tiroteo y proclamado: «Justo lo que yo decía. íLos afro-estadounidenses VOTARAN PORr TRUMP!».
Algunos analistas han señalado que la mayoría de los tuits al estilo Trump en su cuenta proceden de un dispositivo móvil diferente que los que podrían proceder de cualquier político tradicional. Eso ha inspirado un sinfín de bromas _la mayoría en Twitter, por supuesto_ sobre cómo su personal es incapaz de arrebatar el celular al magnate durante sus diatribas.
La campaña de Clinton sigue una estrategia más tradicional y funciona como una gran marca, en lugar de una cuenta personal. Los poco habituales tuits escritos directamente por la candidata incluyen la firma «-H». Muchos de los tuits son los clásicos elementos de campaña, como agradecimientos a seguidores, reiteraciones de las posturas de la candidata, noticias sobre apoyos políticos y otras novedades.
El estilo de Clinton no siempre ha salido bien. Uno de los primeros tuits de la campaña tuvo un efecto contraproducente tras pedir a la gente que explicara «en 3 emojis o menos» cómo les hacía sentir la deuda estudiantil. Una de las respuestas en la plataforma señalaba que «esto es como cuando tu madre intenta parecer moderna delante de tus hijos y fracasa totalmente».
Los 100 de digital
Twitter es sólo una parte de la gran presencia de Clinton en medios digitales, gestionada por un equipo de 100 personas que abarca Twitter, Snapchat, Quora, YouTube y Pinterest. Su actividad está diseñada para atraer a una amplia gama de votantes, desde los jóvenes conocedores de las redes sociales hasta las madres en Pinterest. También trabajan para combatir a su rival en algunos de sus campos de batalla preferidos.
El equipo digital de Clinton ofreció filtros de Snapchat durante la convención demócrata. Está la aplicación «Trump yourself» en Facebook, que permite a los usuarios ver cómo insultaría el magnate a alguien como ellos. La campaña tiene incluso una herramienta para «trolear a Trump» que genera donaciones donaciones automáticas cada vez que el republicano tuitea algo ofensivo, lo que en la definición de la campaña demócrata equivale a cada tuit de Trump.
Tuitear con efecto
La campaña de Clinton dice que las redes sociales son sólo un medio para llegar a un fin: ganar las elecciones.
Es probable que «cualquiera que quiera decir algo alocado o (retuitee) a neonazis», reciba una atención exagerada, explicó Teddy Golf, estratega digital jefe de la campaña de Clinton. «Los accidentes de tránsito llaman mucho la atención».
Trump, por supuesto, rara vez ha sufrido de falta de atención. Pero si bien sus tuits sin filtro le ayudaron a conseguir la nominación republicana, no han resultado tan eficaces en las elecciones generales. Sin embargo, el declive en las encuestas no le ha amilanado. El lunes tuiteó (sin ofrecer pruebas) que los demócratas «se están inventando sondeos falsos» para suprimir su campaña. Y concluyó: «íVamos a GANAR!».