Deportivo Lara no guarda buenos recuerdos de su último enfrentamiento con Atlético Venezuela. Por allá en julio, cuando nacía el actual torneo Clausura, en la segunda jornada, el cuadro rojinegro se fue hasta el Brígido Iriarte de Caracas para retar al llamado equipo nacional y terminó con un intento fallido, porque salió derrotado 3-2, perjudicado por errores propios, en un resultado, de algún modo, sorpresivo.
Aquel día, el atacante Jesús Hernández marcó los dos tantos del elenco larense, en los minutos 56 y 74, pero su esfuerzo fue inútil, visto que el club con sede en Caracas, más efectivo en ataque y capitalizando los yerros de la defensa crepuscular, golpeó en tres ocasiones, con dianas de Anthony Uribe (50) y Joel Infante (60 y 63).
Ahora bien, ni aquel Lara es el mismo de ahora, como tampoco lo es el Venezuela.
Entonces, el timonel era José Alí Cañas, quien fechas posteriores se apartó del cargo por la seguidilla de resultados negativos, y ahora lo es Leo González, entrenador que llegó para sacar al club del atolladero donde estaba y convertirlo en protagonista y competitivo.
El Venezuela, de gran semestre con el español Alex Pallarés al mando, cerró de segundo en la clasificación tras las 19 fechas, producto de 35 puntos, mientras que la tropa guara terminó más abajo en la tabla, de séptimo, con 29 unidades. Claro está, pese a las posiciones de cada uno en el tablero final, de extremo a extremo, luce como la serie más pareja entre las cuatro que se juegan desde el venidero domingo.
Más allá del antecedente referido, vale más el actual momento de cada equipo y el Lara atraviesa por uno muy dulce, aún con la derrota de hace dos días frente a Zamora. Venía de cinco partidos al hilo sin caídas y con un envión que lo hizo saltar de posiciones de fondo, rozando las casillas del descenso, a lugares de privilegio, para clasificar a la fase final del certamen.
De allí a que las posibilidades del rojinegro parezcan claras, porque, además, enfrenta a un rival poco acostumbrado a este tipo de series de eliminación directa, instancias que generan mayor presión y demandan manejo frío y calculado, propio para plantillas experimentadas.
Eso sí, premisa fundamental para tener éxito en la tarea, seguir hacia semifinales y encontrarse con el ganador de la llave Táchira-Monagas, ganar de local y con el arco en cero. De lo que ocurra el domingo en el Metropolitano de Cabudare, en el desafío de ida, dependen las posibilidades del elenco rojinegro, que debe evitar a toda costa una historia similar a la vivida con Zulia en las semis de la Copa Venezuela, cuando empató 2-2 en casa y se despidió de la competencia.
Punto débil, o mejor, dolor de cabeza para la tropa de Leo González, los numerosos casos de lesionados o suspendidos. El mismo DT, a través de una nota de prensa del equipo, daba cuenta de ausencias importantes, como la del defensor colombiano Octavio Zapata, o el mediocampista César González, pilar fundamental en el armado ofensivo. Tiene de baja a por lo menos cinco jugadores clave y eso supondría una piedra en el camino, aunque la platilla parece tener un segundo frente de calidad capaz de responder.
Pero de que sus chances son reales, no hay duda. Toca esperar el pitazo inicial de una llave que promete ser emocionante.