Artículos de primera necesidad marcan precios de no son de este planeta. Cuando el venezolano se dispone a realizar una compra, no solo se enfrenta a las limitaciones de su poder adquisitivo, sino a esquemas de abastecimiento y marcaje de precios incomprensibles. El producto regulado es muy barato y el importado, prácticamente el único en existencia, es inaccesible.
La formación de precios en Venezuela es asignación pendiente. El Gobierno Nacional y la Superintendencia de Precios Justos (Sundde), publican en gacetas oficiales y sin una constante revisión, montos que según sus estudios son los que corresponden; productores refieren que los valores impuestos no son suficientes para desarrollar la actividad económica; y algunos comerciantes se apegan al precio impuesto marcado en los envoltorios, mientras otros toman el control de la mercancía y la ofrecen a precios superiores.
Los productos regulados son los de menor acceso en el mercado, al tiempo que se introducen otros importados, cuya tasa de cambio para el cálculo de precio se desconoce.
Con el propósito de hacer frente a la Guerra Económica y en compañía de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap), días atrás, el Gobierno Nacional inició en la región capital el Plan Abastecimiento Complementario (PAC), que comprende el expendio de productos básicos y de higiene personal, importados de Brasil y Colombia. Según información difundida por la población, se podían adquirir un litro de aceite en Bs. 2.390, un kilogramo de arroz en Bs. 1.850 y una harina de maíz en Bs. 2.590; montos que no se comparan con los estipulados bajo control en Venezuela.
La pregunta de los venezolanos sería: ¿Cuál es el precio real de los productos? Los consumidores tampoco tienen una referencia que les permita conocer cuándo paga lo justo, más o menos de lo debido.
Al respecto, Luis Oliveros, economista y docente de la Universidad Central de Venezuela (UCV), sostiene que el Gobierno Nacional ha generado distorsiones graves y complejas, las cuales producen infinidad de problemas en el mercado y en el sistema de formación de precios, el cual está “retorcido” e impide evaluar el valor real de un bien.
A esto sumó que existe inflación desbocada, alta escasez y caída del poder adquisitivo, es decir, una población que cada día se hace más pobre.
Roberto León Parilli, presidente de la Alianza de Consumidores y Usuarios (Anauco), acotó que la pobreza del venezolano se debe al empeño del Gobierno Nacional en ser “Estado empresario”, con lo cual afectó la productividad en el país y, por tanto, la generación de empleos y otros beneficios que otorga la empresa privada a la economía nacional.
Por su parte, Cipriana Ramos, presidenta del Consejo Nacional de los Comercios y los Servicios (Consecomercio), expresó que la actual oferta, de precios controlados y especulativos, es inadecuada para la dinámica de un mercado real. Destacó que los desequilibrios se podrán derrotar con libertad de mercado y variada oferta.
Trabada en todos los niveles
La oferta del mercado está “trabada”, ya que los artículos regulados, debido al precio impuesto, son de difícil producción. El monto recibido por los mismos, le impide a la industria cubrir sus costos y en la búsqueda de esquemas para seguir activos, compensan la pérdida con la elaboración de bienes no controlados, calificados como alternativos o complementarios, conocidos también como Premium, fortificados, enriquecidos, saborizados y otros.
Al respecto, Giorgio Reni Casas, presidente de la Cámara de Industriales de Lara, expresó que mecanismos como este son comprensibles, en la medida que permitan sopesar las pérdidas y mantenerse presentes en el mercado. Los productos se convierten en variables de oferta ante la escasez de los regulados.
Señaló que la producción alternativa se aprecia desde hace varios meses y que el Gobierno la ha permitido, quizás, para hacer frente a la escasez y el desabastecimiento, producto de políticas económicas desacertadas de los últimos 17 años.
-Lo que vemos ahora es resultado de la falta de acceso a dólares para la importación de materias primas o mercancía terminada, además el control de precios es condicionante negativo de la producción.
Sostuvo que el esquema cruzado permite que haya rentabilidad en las pocas industrias abiertas que lo practican, ya que la pérdida generada con la comercialización de unos productos es compensada por los alternativos.
La presidenta de Consecomercio, por su parte, recordó que la introducción al mercado venezolano de productos importados a tasas subvencionadas, ha representado una “competencia desleal” para todos los sistemas productivos.
Señaló que el ingreso de artículos de primera necesidad por frontera, a precios dolarizados, superiores al regulado, es aún más contradictoria. Sin embargo, la alternativa de producción con subsidios cruzados representa un medio para mantenerse activos. “Lo que se pierde en un producto se gana con el otro, y así me mantengo activo”.
De la vista gorda
“El mismo Gobierno, adicionalmente, importa una cantidad de productos, a tasas de cambio que no corresponden al Dicom ni Dipro… Pareciera que se hacen de la vista gorda en este respecto”, comentó Oliveros, quien subrayó que el costo de los mismos, está muy por encima de la capacidad adquisitiva de la mayoría de los venezolanos. Por tanto, los productos colocados en anaqueles son muy costosos y los asequibles no aparecen.
Criticó que el Gobierno se mantenga como actor de importaciones de alimentos, ya que sus mecanismos han generado importantes niveles de corrupción. Recordó que anterior a la participación del Gobierno Nacional como Estado empresario, había oferta de mercado.
Reni Casas, en tanto, manifestó que los PAC podrían ser un programa de emergencia, de altos costos, que no termina por solventar la verdadera problemática, la caída productiva nacional.
-El cálculo de los costos tiene variables estructurales de costos, como traslados, costos de nacionalización si es que los requiere y otros. También depende de la calidad del producto y eficiencia del país de origen. Sin embargo, los precios que actualmente se ven en el mercado nacional son elevadísimos, mucho más altos de lo que puede costar un producto hecho en Venezuela, si se impulsara la industria nacional. Condenó que “por el oscurantismo del Gobierno” no se conozcan estos elementos ni la tasa exacta a la cual se realizan las referidas operaciones comerciales.
Al respecto, León Parilli expresó que la introducción de productos internacionales al mercado, por parte del Gobierno Nacional, es lo que ellos mismos condenaron y castigaron años atrás. “Al empresario se le culpó de ejercer una Guerra Económica por vender por encima del precio regulado, pero ahora ellos lo hacen y es válido. Esa es una de las tantas incongruencias de la economía venezolana”, expresó. Como resultado, se aprecian múltiples precios en el mercado y el consumidor desconoce cuál de ellos es el real ajustado.
Al entendimiento de todos
Sobre la molestia confesada por ciudadanos, sobre la aparición en el mercado de productos alternativos a precios hasta mil veces más costosos que el valor regulado, el economista explicó que las empresas tienen que variar su oferta para compensar las pérdidas, en especial cuando son impuestas por un control de precios.
En este sentido, acotó que en Venezuela no se abordan estas estrategias por tema de marca o posicionamiento, sino por “necesidad”, ya que si solo produce el producto regulado, podría ir a la quiebra.
-La sociedad venezolana debe entender que lo que vivimos es consecuencia lógica de controles precio y de un Estado que quiere controlar todos los sectores de la economía. En ningún país de la región, ni siquiera Bolivia y Ecuador, cuyos mandatarios son amigos de este Gobierno, encontramos distorsiones como esta.
La palabra escasez no existe y la palabra inflación no es fundamental en la vida de los ciudadanos, como acá en Venezuela. Destacó que el promedio de inflación mundial es 4% y el promedio de inflación en el continente es de 5%, pero Venezuela podría registrar más del 500%.
Oliveros sostiene que “el Gobierno ha hecho las cosas muy mal… y vemos la lógica consecuencia de desacertadas políticas económicas de un Gobierno que no quiere entender de economía y que basa sus decisiones en una ideología fracasada”.
Dichas distorsiones, además de la persecución a la empresa privada, generan pérdida de la calidad de vida de los venezolanos, situación que se aprecia día tras día.