La negativa de Donald Trump a decir que aceptará el resultado de las elecciones de noviembre si lo derrota Hillary Clinton repercutió con toda fuerza el jueves en la campaña presidencial.
Preguntado en el debate de la víspera si aceptaría el resultado, «Trump dijo: «Se los diré en ese momento. Los mantendré en suspenso».
Clinton calificó la respuesta de «aterradora».
La afirmación de Trump apuntan a la perspectiva de que millones de sus partidarios no acepten el resultado del 8 de noviembre si él pierde, lo cual lanzaría a Estados Unidos a una situación sin precedentes. Las elecciones libres e imparciales en las que el vencido condece pacíficamente la victoria al vencedor han sido el cimiento de la tradición democrática desde la fundación del país.
«Donald Trump intenta derribar ese pilar», dijo el candidato vicepresidencial demócrata Tim Kaine al ser entrevistado por MSNBC.
Algunos de los partidarios del mismo Trump pensaron que se había extralimitado. La comentarista de derechas Laura Ingraham dijo que su candidato «debería haber dicho que aceptaría» el resultado. El Comité Nacional Republicano se vio en la situación insólita de oponerse a su propio candidato, al insistir que el partido «respetará la voluntad popular».
No existen pruebas de fraude electoral generalizado, y las autoridades electorales de ambos partidos y todo el país han rechazado las acusaciones de Trump.
El republicano llegó al debate en desventaja en casi todos los estados reñidos y con la necesidad de torcer el rumbo de la campaña cuando faltan tres semanas para el día de la elección y ha comenzado la votación anticipada en una treintena de estados. Una vez más apareció a la defensiva en una controversia que lo desvía de sus argumentos principales y le impide concentrarse en las debilidades de Clinton. Aunque su respuesta probablemente no disgustará a sus seguidores acérrimos, difícilmente atraerá los votos que necesita para ganar.