Sin pretender dar una definición acabada y académica de ley, podría decir que es la regulación de la conducta humana, externa a las personas, objetiva y obligatoria, dictada por el órgano competente en una sociedad. A esa Ley debemos someternos todos, incluyendo quienes detenten el poder y teniendo presente que todos somos iguales ante la ley. Existen diferentes rangos de ley y su elaboración está atribuida a diferentes órganos del Poder Público, dependiendo del rango de cada norma. La más importante de las leyes de una Nación, es la que se conoce como Ley Fundamental, Carta Magna o Constitución Nacional. En Venezuela ha habido 26 constituciones, señal de la inestabilidad política e institucional de la República. La de mayor duración, 38 años, fue la Constitución promulgada el 23 de enero de 1961, período en el cual se produjo, con todos sus errores y aciertos, una estabilidad política que hoy añoramos.
La Constitución Nacional es un pacto de convivencia entre los ciudadanos de una Nación. Es la voluntad de vivir civilizadamente, en paz, en armonía y buscando siempre la justicia para todos. Por supuesto, el cumplimiento de esos fines no depende sólo de lo escrito en las leyes. En la Universidad, cada vez que los estudiantes leían por primera vez la Constitución Nacional, se asombraban y comentaban: “ojalá todo lo previsto se cumpla”. El cumplimiento de los fines previstos en la Constitución Nacional dependerá de la voluntad de quienes gobiernen y de los ciudadanos que habitan el país. Cuando en 1999 se propuso una Asamblea Constituyente, le observé a quienes eran fanáticos partidarios de la misma, algunos ingenuos, otros, no tanto, que la Asamblea Constituyente era un espejismo. Nada resolverá, les decía. Cuidado si agrava los problemas, la solución de estos depende más del cumplimiento de la Ley que de lo que pueda decir la ley. Y el sesgo totalitario, siempre estuvo presente en la intención del chavismo. Se dictó la “mejor Constitución del mundo” en palabras de Chávez y ratificadas por Maduro, y ciertamente es una Constitución de aportes en muchos aspectos y parecida a la de 1961 en otros, pero han decidido no cumplirla. La Sala Constitucional, integrada por “magistrados” que no llenan los requisitos de ley, se ha encargado de destruir nuestra Carta Magna, de desaplicarla, de botarla al cesto de la basura y todo porque el gobierno perdió las elecciones legislativas. No estamos al borde de una dictadura, estamos en dictadura. Venezuela está sin Ley. Un gobierno que no se sujete a normas jurídicas válidas y vigentes es un gobierno usurpador, es una tiranía y así hay que calificarlo. Felicito y como abogado me adhiero a los 21 Colegios de Abogados de Venezuela, a la Federación Nacional de Abogados, al Inpreabogado, al Bloque Constitucional, a FUNDECI, al Foro Penal, a FIA, a FASque se han declarado en rebeldía ante las decisiones inconstitucionales del TSJ. Fuera la dictadura, viva la Constitución.