Desde afuera, la avioneta Cessna Caravan que despegó de un pequeño aeropuerto vecino no parecía tener nada inusual. Pero adentro, en la cabina, en el asiento derecho, un robot con un brazo mecánico y un gancho por manos piloteaba el aparato.
A su lado, un piloto humano transmitía órdenes a su colega electrónico en una tableta.
La escena fue parte de un programa conjunto del gobierno y la empresa privada que busca reemplazar los copilotos de los aviones con robots que nunca se cansan, se aburren, se sienten abrumados ni se distraen.
Los impulsores del programa visualizan el día en que aviones y helicópteros, grandes y pequeños, serán piloteados por robots. Algo parecido a lo que se espera de los autos.
El programa, conocido por sus siglas en inglés ALIAS (Aircrew Labor In-Cockpit Automation System) es financiado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados y administrado por un contratista privado, Flight Sciences. Tanto las fuerzas armadas como las aerolíneas comerciales tienen problemas para conseguir pilotos y ven con buenos ojos la idea de usar robots, que ofrecen mayor seguridad y eficacia.
La idea es que la presencia de un robot que se ocupe de los controles permita al piloto humano enfocarse en cuestiones estratégicas, sobre todo en casos de emergencia.
«Queremos aumentar la autonomía del aparato y permitir que los humanos y los robots se enfoquen en las cosas que mejor hacen», expresó John Langford, presidente y director general de Aurora.
El control automático de los aviones mediante sofisticadas computadoras no es nada nuevo. Hoy por hoy casi todos los aviones tienen pilotos automáticos que controlan el aparato la mayor parte del vuelo. Los pilotos intervienen casi exclusivamente en el despegue y el aterrizaje, aunque esas funciones también podrían desempeñarlas las computadoras.
Pero el robot de ALIAS va más allá. Una cantidad de cámaras, por ejemplo, le permiten al robot ver todos los instrumentos de la cabina e indicadores del tablero. Puede distinguir si un aparato está activado o no y puede mover palancas y botones a la posición indicada. Toma en cuenta no solo su experiencia en un avión sino también el historial de ese tipo de aparato.
El robot «puede hacer todo lo que hacen los humanos» excepto mirar por la ventana, afirmó Langford. En un tiempito tal vez pueda hacer eso también, agregó.
En algunos sentidos, el robot es incluso mejor que el piloto humano, pues reacciona más rápidamente e instantáneamente hace todas las revisiones necesarias ante cualquier eventualidad, según los impulsores del programa.
Langford asegura que el piloto tendrá «un genio por copiloto».
«El robot lleva consigo el ADN de todas las horas de vuelo de ese sistema, los registros de cada accidente», expresó. «Es como tener un piloto humano con 600.000 horas de experiencia».
El robot de ALIAS usa una tecnología «drop-in», que puede ser empleada en cualquier avión o helicóptero, incluidos aparatos de los años 50 construidos antes de la era de controles electrónicos.
El robot, no obstante, enfrenta numerosos obstáculos, incluido el hecho de que habría que modificar todas las regulaciones que rigen en la industria aeronáutica. En Estados Unidos al menos esos cambios pueden tomar años.
Algunos aspectos de la tecnología de ALIAS podrían ser incorporados en los próximos cinco años, de acuerdo con las autoridades, del mismo modo que los automóviles incorporan constantemente tecnología que los hace más seguros.
Hay quienes creen que pasarán dos décadas antes de que se difunda el uso de robots como pilotos, aunque Langford opina que tomará menos tiempo.
Los sindicatos de pilotos dudan que un robot pueda reemplazar a un humano. Keith Hagy, de la Asociación de Pilotos de Aerolíneas, dice que hay casos en los que fallan numerosos sistemas electrónicos y solo la improvisación de un piloto humano puede resolver la situación.
En el 2010, por ejemplo, estalló un motor de un jumbo de Qantas con 450 personas a bordo y comenzaron a fallar numerosos sistemas y al tren de aterrizaje. El sistema electrónico envió una cantidad de mensajes de alarma que era imposible responder en poco tiempo. De casualidad, había cinco pilotos experimentados a bordo, incluidos tres capitanes, que lograron hacer aterrizar el aparato.
«Es en ese tipo de situaciones fuer de lo común que más se necesita un piloto abordo, que use su experiencia y su buen juicio para tomar decisiones», sostuvo Hagy. «Un robot no va a tener ese tipo de aptitudes».