“Un gran guerrero japonés, que se llamaba Nobunaga, antes de iniciar una batalla, en la cual sus soldados, observando la gran fuerza del enemigo, tenían mucho miedo, se detuvo en un templo y le dijo a sus hombres:”Después de que me recoja en meditación en el templo, lanzaré una moneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos, estamos en las manos del destino”. Cuando Nobunaga salió del templo, lanzó la moneda: y salió cara. Así, sus soldados estaban tan impacientes de pelear, que vencieron la batalla sin dificultad. “Nadie puede cambiar el destino” le dijo su ayudante después de la batalla. “Cierto” le respondió Nobunaga, mostrándole una moneda que tenía cara por los dos lados” Tomada de 101 historias del Zen (Adelphi, Milano 1973).
Tener buenas ideas es una gran cosa, pero para tener una satisfacción, hacerlas que sean el inicio y el motor de acciones bien gestionadas, solas no son suficientes: debe ocurrir algo más, que esta bien expresa, en la historia contada al principio. Lo más probable es que no sea una historia verdadera, pero expresa muy bien una cosa verdaderamente profunda: la fuerza de las ideas.
Mata mas la lengua que la espada, dice un proverbio, pero se pudiera también decir, que no hay vida sin esperanza, es decir que sin ideas capaces de mirar hacia adelante y proyectar “ un mundo mejor “ y que ninguna cosa puede dar la felicidad si no se tienen pensamientos felices.
Para tener éxito, no tanto en una batalla, pero si en nuestra empresa cotidiana, es necesario liberar nuestra mente del derrotismo, la entrega y tener fe en nuestras propias ideas. No hay nada peor para matar las buenas ideas que dar por descontado que de todos modos no hay nada que hacer y que por lo tanto no vale la pena arriesgar nada para realizarlas. Solamente aquel que tiene confianza para poner en práctica sus propias ideas, seleccionadas con espíritu crítico, logra tener buenas ideas: es un círculo vicioso. “ Quien bien comienza esta a la mitad de la obra”, significa propio eso. Iniciar bien significa, iniciar con la confianza de poder lograrlo y naturalmente con buenas ideas de sostener con la motivación.
Es importante subrayar que esta tercera condición, “Creer en la fuerza de las ideas”, viene después y no puede ser distinta de la segunda: ejercitar el propio espíritu , no confiarse de las apariencias. Nobunaga no vence solo porque el y sus soldados creían firmemente que podían vencer, sino también porque había preparado un plan de batalla mejor que aquel de sus adversarios, es decir, había tenido una buena idea de cómo conducir la batalla y había entendido que para realizarla, sus soldados tenían que creer firmemente que habrían tenido éxito.
Definitivamente, había ejercido su espíritu crítico sobre la situación individuando los problemas que se presentarían y encontrando las soluciones más idóneas.
www.iolivo.com