Ayer por la tarde, Euro Junior Urdaneta Paz, conocido entre sus allegados como El Niño, se alistaba para salir de su casa, ubicada en la carrera 14 con calle 26 del Casco Histórico de Barquisimeto, a bordo del carro Cielo blanco que utilizaba para ofrecer servicio de transporte, cuando un hombre lo llamó por el apodo e inmediatamente después se escucharon unas seis detonaciones. Al lado de la maletera del carro se desplomó el taxista muerto.
Dentro del vehículo lo esperaban una sobrina y su hijo de 9 años. Después de llevarlos a sus destinos se dispondría a trabajar, como lo hacía a diario para mantener a su familia. Pero la muerte se anticipó a sus planes de forma violenta.
El autor del homicidio, presuntamente, es un primo del occiso llamado Geomar. De acuerdo al relato de un vecino, supuestamente, este sujeto es un delincuente a quien Urdaneta le había impedido construir un rancho en el callejón colindante con su vivienda. Otra versión señala al mismo hombre como victimario, pero por el cobro de una venganza infundada, pues, al parecer, hace tres meses Geomar le había robado el carro a Urdaneta y ese mismo día le juró la muerte sin motivos. Él no tomó en serio la amenaza. Por ser su pariente, lo creyó incapaz de cumplirla.
Con 35 años el taxista era el menor de cuatro hijos de guajiros nacidos en Paraguaipoa, estado Zulia, pero instalados en tierra crepuscular desde hace décadas. Deja huérfanos a su hijo biológico de 9 años y a otro de crianza.
“Todo el mundo lo quería”, afirmó una vecina, a quien Urdaneta le trabajó como chofer durante años. Cobraba lo justo y era amable, por eso los residentes de la comunidad le solicitaban sus servicios con frecuencia y él prefería trabajar solo con clientes conocidos para protegerse.
El temor en horas pico
Los últimos meses, las horas pico son lapsos de pánico para los residentes del Casco Histórico porque los ladrones los aprovechan para pescar víctimas. Arrebatan teléfonos a los estudiantes y someten en las viviendas a las familias, relataron algunos vecinos que contemplaban la escena sangrienta de ayer.
Después de las 8 de la noche, pocos se atreven a salir a la calle por temor y cuando lo hacen en el día algunos optan por hacerlo en grupo porque dudan de la protección policial.
