#Editorial El TSJ y el Cardenal

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La sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, que faculta al Presidente de la República a no enviar el presupuesto a la Asamblea Nacional, violentando la Constitución, como en efecto lo hizo, es una prueba más del despropósito del régimen de torpedear a la representación popular y, además, de mantener criterios que lesionan sin duda alguna el sistema democrático.

Ya varios constitucionalistas se han mostrado más que indignados por esta nueva agresión del Poder Ejecutivo, amparándose en un TSJ, muy cuestionado, que obedece sumiso las órdenes que le imparten desde el Palacio de Miraflores.

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Sin intentar una defensa del difunto Hugo Chávez, iniciador de una frustrada revolución que ha conducido al país a esta crisis, creemos que al coronel no se le hubiera ocurrido pasar por encima de la Carta Magna ni defenestrar, como lo hacen ahora, las decisiones soberanas
de un pueblo. No lo hizo tampoco Marcos Pérez Jiménez, un dictador que al menos ha dejado un buen recuerdo en la memoria del venezolano del siglo XX gracias a la transformación de la vieja infraestructura heredada del gomecismo.

Inventando un tal “Congreso de la Patria”, que nadie ha elegido, Nicolás Maduro se eximirá del análisis del parlamento, de las preguntas y propósitos de la inversión, evitando de esa manera el control necesario que requiere el ejercicio del poder, tal como lo establecen los cánones de absoluta obligación por parte de la cámara legislativa.

Respetados constitucionalistas han dicho que el dictamen del Tribunal Supremo significa una extralimitación de sus atribuciones en la que sustituye las funciones del Poder Legislativo. Sin embargo, los cuestionamientos de orden jurídico chocan frontalmente con las intenciones
del inquilino del Palacio de Doña Jacinta, empeñado como está en gobernar a este país sin ninguna oposición que moleste sus primitivas ideas.

II
Mientras el mundo católico venezolano y latinoamericano está de plácemes con la designación de Monseñor Baltazar Porras como nuevo Cardenal de la Iglesia, un grupo de indeseables ha querido empañar la celebración intentando, sin lograrlo por supuesto, crear un ambiente hostil y calumnioso sobre el nuevo purpurado al cual Venezuela conoce demasiado por su excelente labor como sacerdote. A veces ni siquiera vale la pena detenerse a comentar las calumnias de personajes suficientemente conocidos por pertenecer a organizaciones que tienen mucho que explicarles a los habitantes de esta Venezuela insólita.

El nuevo Cardenal se ha identificado suficiente con la lucha de los venezolanos por la libertad y la democracia, permanentemente asediada por los consecuentes enemigos que no vale la pena mencionar.

El pueblo de Lara saluda con emoción la llegada del Cardenal Porras, seguro como está, de tenerlo a la mano cuando necesitemos de su auxilio espiritual.

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