Como bien sabemos somos seres sociales, que necesitamos comunicarnos. La mayoría de las veces en nuestras conversaciones tenemos muy presente las palabras que utilizamos para trasmitir un mensaje. Pero ¿los gestos? ¿qué pasa con ellos? estos también refuerzan o interfieren en lo que nosotros queremos expresar y hasta nos pueden hacer quedar mal.
Los ordenados, son propios de las personas objetivas, con ideas claras y los gestos desordenados muestran subjetividad e ideas confusas. Recordemos que estamos comunicando con los gestos así no queramos. Es una excelente manera concentrarse no solamente en lo que decimos sino en los gestos que llevamos a cabo, a veces de manera inconsciente.
Las personas que gesticulan de un modo armonioso son sociales y dulces; las que lo hacen de un modo cortante son autoritarias y de carácter fuerte; y quienes gesticulan sutilmente muestran que son delicados de espíritu y gozan de estética.
Los gestos son repetitivos cuando las personas tienen pensamientos obsesivos, inesperados, propios de las personas originales y divertidas. Las personas tranquilas e inalterables suelen hacer gestos lentos. La gesticulación rápida es propia de las personas más vivas y entusiastas. Los gestos amplios indican euforia y exaltación. Los reprimidos, estrechez de espíritu y timidez y los comedidos son propios de personas con un juicio equilibrado.
Es bueno que pensemos como son nuestros gestos para dar una buena impresión, claro está que para hacerlo se debe cambiar un poco la forma de ser en algunos casos, por ejemplo: la persona impulsiva, en la medida en que se analice y mejore esta forma de ser sus gestos cambiarán. Si alguien es muy cerrado, en la medida en que sea un poco más abierto sus gestos serán distintos. Podemos ser más equilibrados para perfeccionar nuestra manera de ser que tendrá éxito en nuestras relaciones con los demás.
Mejoremos nuestra comunicación a través de lo espiritual, porque de aquí vienen las palabras, la sonrisa y los gestos necesarios para una buena imagen.
