En razón de un grave quebranto en mi ojo derecho, una queratoconjuntivitis que me ha menguado la vista; un honorable profesor, mi querido amigo José Ibáñez me dijo jocosamente, ¡No te preocupes, que para lo que hay que ver, con un solo ojo basta!
Alta razón ha tenido el veterano pedagogo, aunque lo dijo para aliviar mi angustia; ciertamente el estado de cosas es tan delicado en cuanto a la pérdida de valores y la delincuencia campante que se respeta más a un bandido por la fuerza de su violencia y de las armas, que a un honesto profesional por la poder de sus argumentaciones y razones científicas.
Estamos viviendo en un mundo bizarro, un mundo al revés, donde la preparación académica y el robustecimiento intelectual han sido desplazados por dis-valores, donde se ha dado al traste con los hálitos del alma y el crimen en todas sus gamas y complejidades está desmoronando nuestra sociedad.
No obstante nuestra canicie y refiriéndonos al cerebro triuno, cada día aprendemos algo nuevo y ahora el instinto de sobrevivencia de nuestro cerebro reptil nos aguza la necesidad de protección.
Ciertamente ya nada nos sorprende, a tal punto que ya lo hemos visto todo, en una sociedad que se carcome, que se cae a pedazos, donde parece que nada puede detener el deterioro constante, acelerado y sostenido de un evolucionado mundo civilizado por un mundo primitivo y caótico.
En efecto, está reinando el caos, por el desmantelamiento de todo lo que es sagrado, precioso, benéfico al espíritu y elocuente al alma.
Cuanta barbarie ha eclosionado para hacer implosión del hábitat tan buscado y soñado después de tiempos sanguinarios y en vez de evolucionar, estamos involucionado. Olvidamos que “el alma humana agregada al cuerpo, semeja una nave donde el instinto constituye la máquina motora, donde el sentimiento es el combustible y el timón la inteligencia, desde donde se dirige toda esa embarcación hacia la consecución de cosas buenas y útiles. Lester F. Ward”
Pero no, el alma humana está siendo contaminada y se está apartando de estos postulados sublimes, pero no utópicos, sino más bien soñados y queridos por los hombres con civilidad.
Es verdad, cuanto desasosiego ha mermado la calidad y cantidad de vida, se mengua la existencia y el placer de vivirla en una sociedad que en cuestión de valores está desplazándose en senderos peligrosos que arriesgan la sobrevivencia sana, pacífica, fructífera, ética, pura y temerosa de Dios.
Ya nos decía Mahatma Gandhi que los factores que destruyen al ser humano son La política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la ciencia sin humanidad y la oración sin caridad.
Profesor Universitario
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