Una minoría gobernante dogmática, apoyada por un Alto Mando Militar que obedece órdenes de su Comandante en Jefe, por grupos paramilitares denominados colectivos y por los Poderes Públicos que controla el Ejecutivo, con la excepción de la Asamblea Nacional, ha venido poniéndole obstáculos al Referendo Revocatorio del mandato de Nicolás Maduro y realizando toda clase de provocacionesa la mayoría de los venezolanos que delegó su soberanía en los parlamentarios que eligió el 6 de diciembre del 2015, con la finalidad de llevarlos a una lucha violenta.
Una mayoría que tiene el respaldo de más del 80% de los ciudadanos, cuenta con los votos, pero está y actúa desarmada confiando, no sólo en la fuerza del pueblo, sino también en el poder de la razón constitucional y el apoyo del mundo democrático, que condena los delitos de lesa humanidad que desde el gobierno se han cometido contra civiles inocentes y respetuosos de la legalidad, muchos de los cuales han denunciado ser víctimas de detenciones arbitrarias y torturas humillantes.
Las provocaciones son ya de larga data: las detenciones de Lepoldo López, Antonio Ledezma, Manuel Rosales, de Ceballos y varios Alcaldes de la oposición, tienen además del sello autoritario, tiránico del gobierno, el claro objetivo de torcer el rumbo democrático de los integrantes de la Mesa de la Unidad (MUD) que le permita una mayor y masiva represión policial y militar contra la mayoría disidente.
La experiencia mundial de los regímenes totalitarios, comunistas y fascistas, revela que para mantenerse en el poder, contra la voluntad de sus pueblos, utilizan todos los métodos represivos posibles, acusando a la oposición de fraguar actos de terrorismo, atentados a altos funcionarios y hasta golpes de Estado, algo que sólo los que tienen las armas legales o ilegales, pueden acometer. Han hecho y hacen de la mentira una política de Estado, para adjudicarles a sus adversarios todas las fechorías que ellos y únicamente ellos pueden realizar.
En esa escuela del dogmatismo, la represión y la mentira se han formado Nicolás Maduro y sus más cercanos colaboradores, que en los actuales momentos, a sabiendas de que han perdido el apoyo de la mayoría que una vez acompañó al difundo Hugo Chávez, violan la Constitución Nacional de la República Bolivariana para evitar que se realiza el Referendo Revocatorio. Tratan de anular la Asamblea Nacional, que goza del apoyo mayoritario de los venezolanos, sustituyéndola por una Sala Constitucional del TSJ nombrada a dedo, apresurada y fraudulentamente varios días después que perdieron las elecciones el 6 de diciembre. Despojan a los parlamentarios de sus sueldos y aprueban por decreto el Presupuesto Nacional. Sabotean con sus paramilitares a algunas manifestaciones y asambleas pacíficas, convocadas por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
En síntesis, las provocaciones del gobierno llegan a tales extremos que atropellan todo el Ordenamiento Jurídico del país y los Tratados Internacionales, firmados por nuestro nación, afirmando que toda su política está orientada a defender la paz. Sin duda que pretenden imponer una paz del silencio, de la autocensura, del miedo, hasta llegar a la paz de los cementerios. Y todo ello despreciando la conciencia democrática de la mayoría que le opondrá la desobediencia cívica, que conduciría al país a un desenlace imprevisible.